¿Quiénes son los destinatarios de la pastoral de la salud?
Los sanos
La acción de pastoral de la salud tiene la mira puesta en los sanos para evangelizar la cultura moderna de la salud que, aunque se la protege, a la vez se la derrocha y maltrata.
Pugna porque se favorezcan la promoción y educación en salud, especialmente impulsando la salud pública, el saneamiento básico, la prevención de enfermedades, los estilos de vida sanos, la concepción ética y la humanización, considerándose todos y cada uno agentes responsables de la propia salud y de la salud comunitaria.
La pastoral de la salud pone énfasis en que todos nos confrontemos sana y cristianamente con las experiencias insolayables de la existencia humana: sufrimiento, discapacidad, vejez, agonía, muerte y duelo.
El enfermo
La pastoral de la salud tiene puesto su corazón en el enfermo y sufriente. San Camilo afirmaba que Los enfermos son la pupila y el corazón de Dios.
Pensamos en el enfermo hospitalizado pero no olvidemos ese “mare magnum” de los enfermos a domicilio.
Se acompaña y atiende generosa y gratuitamente al enfermo iluminando su dolor, sufrimiento, enfermedad, duelos, agonía y muerte, a través de la fe cristiana, a la luz de la persona de Jesús, buen samaritano, sufriente, muerto y resucitado.
La familia del enfermo
También muestra especial solicitud la pastoral por la familia del enfermo (especialmente del más grave y moribundo) que, en estas circunstancias, necesita apoyo, desahogo, escucha, encontrar sentido, alimentar la esperanza y ser fortalecida espiritualmente (Cfr. Mc 5,35-43). Sin olvidar el acompañamiento en los procesos del duelo. Se ha de impulsar el asociacionismo entre los familiares de enfermos. Se ha de insistir en que la familia es el ámbito privilegiado de educación, prevención, acción y evangelización en salud.
Los profesionales de la salud
Los profesionales de la salud son también destinatarios de la Buena Noticia. Tienen muchas necesidades humanas y espirituales. Están en contacto permanente con el dolor, sufrimiento y muerte. Viven un mundo emocional intenso y con muchas impotencias; también un mundo lleno de corazas, máscaras y no poco endiosamiento. El mundo hospitalario, por su complejidad, suele ser para ellos poco hospitalario y muy desgastante.
Por eso, el saludo cortés, el diálogo humano y sereno, el interesarse por sus ocupaciones, la escucha de sus inquietudes, los pequeños detalles (día de la enfermera, del médico…), la invitación a encuentros de humanización, las celebraciones religiosas, retiros espirituales, el valorar su quehacer, la colaboración en el trabajo interdisciplinario… son medios y presencias que ha de utilizar el agente de pastoral de la salud.
Las instituciones
Hoy, la vivencia de la caridad en el campo de la pastoral sanitaria no puede ser reducida al campo privado yo-tú. No basta con la caridad personal, individual; hay que practicar también la caridad estructural que es aquélla que lucha por transformar las estructuras injustas de nuestra sociedad, cada vez más fría, agresiva y deshumanizada, que se arrodilla ante los ídolos del dinero, del poder y de la comodidad egoísta (J. Bestard).
La pastoral de la salud también dirige su empeño en conseguir:
- El compromiso de una salud para todos en un sistema sanitario de estructuras justas y humanizadoras.
- Que los creyentes participen activa y críticamente en las instituciones que deciden y llevan a cabo las políticas de salud.
- Que se favorezca la creación de asociaciones católicas en pro de la salud.
- Que se promuevan en el ámbito educacional (escuelas, universidades, seminarios) la enseñanza católica en lo referente a la pastoral de la salud, humanización y bioética.
La Iglesia misma
Y la pastoral de la salud se dirige, por supuesto, al seno de la Iglesia misma para sensibilizar a la jerarquía y a todos los fieles, preparando comunidades cristianas hospitalarias, sanas y sanadoras, así como equipos aptos de pastoral de la salud, lugar privilegiado de humanización y evangelización.
El mundo del dolor y sufrimiento es tierra de misión. Aquí se dan cita la vulnerabilidad, la pobreza, la ignorancia, la marginación, la soledad, el abandono y las mayores crisis humanas y de fe.
Ya lo dijo San Camilo en el siglo XVI: Nuestras Indias y Japones son los enfermos.