Qué es la Pastoral de la Salud

Pastoral de la salud es un bien para toda la Iglesia,
sanos y enfermos
(Cardenal Pironio).

Pastoral de la salud es presencia y acción de un ministerio eclesial de relación de ayuda, específico, entusiasta, encarnado, capacitado, iluminativo, celebrativo, creativo y organizado, inspirado por el Espíritu Santo, realizado en nombre del Señor Jesús, buen samaritano y Salvador, que expresa el amor misericordioso del Padre.

Ministerio llevado a cabo desde la fe por el anuncio y testimonio de toda la comunidad cristiana (específicamente, por el obispo, sacerdote, diácono, religioso/a, ministro de la comunión, agente de pastoral, profesional cristiano de la salud y por el mismo enfermo), apoyándose en los auxilios de la gracia divina que son dados en la praxis sacramental, en la escucha de la Palabra revelada, en la vida de oración, en el diálogo pastoral…

Tiene como objeto ofertar salud-salvación: asistencia, curación, sanación, humanización, reconciliación, iluminación, sentido vital, crecimiento humano y salvación.

Realiza su misión en el encuentro con el enfermo y su familia (dimensión solidaria), con los profesionales y estructuras de salud (dimensión política-institucional), y con los sanos para potenciar una cultura más sensible frente al dolor, sufrimiento, discapacidad, agonía, muerte y duelo, propiciando la prevención y promoción de la salud y la defensa de la vida (dimensión comunitaria).

La Pastoral de la Salud, en al ámbito de la Santa Sede, está adscrita al Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral desde enero de 2017.

Indice de esta página

1- Un mandato explícito del Señor Jesús
2- Como Jesús
3- Continuador de una historia bimilenaria
4- ¿Quiénes son los agentes de la pastoral de la salud?
5- ¿Quiénes son los destinatarios de la pastoral de la salud?
6- En una pastoral actualizada
7- Conociendo la teología de la pastoral de la salud
8- En comunión con la Iglesia
9- Conociendo el magisterio de la Iglesia en el mundo de la salud
10- Con profunda espiritualidad
11- Con los auxilios de la Gracia
12- Conociendo el mundo complejo de la salud
13- Profundizando la psicología del hombre enfermo
14- Misión en equipo
15- Con un proyecto y programa pastorales
16- Con formación adecuada y permanente
17- Con un sano estilo de relación de ayuda
18- Gastarse pero no desgastarse
19- Con creatividad en los espacios pastorales

1- Un mandato explícito del Señor Jesús

 La acción sanadora de Jesús es consustancial con el anuncio del Reino de Dios (Cfr. Mt 11, 2-6).

Cuando Jesús confía a los apóstoles la misión de llevar el Evangelio de la salud-salvación hasta los confines del mundo, les manda curar a los enfermos como un signo inequívoco de la presencia del Reino de Dios.

La pastoral nace del corazón mismo de Jesús, de su actuación, de un mandato misionero personalísimo suyo de anunciar y sanar.

Jesús reunió a los Doce y les dio autoridad para expulsar a todos los malos espíritus y poder para curar enfermedades. Después los envió a anunciar el Reino de Dios y a curar (Lc 9, 1-2).

2- Como Jesús

Modelo de salud

¿Qué es salud para un cristiano?

Salud es la vivencia armoniosa de todas y cada una de las dimensiones de la persona: física, emocional, intelectual, social, valórica y espiritual; en todas las etapas del arco de la vida; en todas las relaciones personales y comunitarias; en equilibrio con la ecología; posibilitando al hombre alcanzar su autorrealización y plenitud humana en sintonía con la voluntad de Dios.

¿Quién es nuestro modelo de salud?

Jesús sano, saludable, sanador, saneador y salvador es nuestro modelo de salud (Mateo Bautista, Jesús sano, saludable, sanador. Ed. San Pablo, 2000, pp. 13-22.).

En efecto, Jesús es sano porque vive en clave de salud en todas y cada una de las dimensiones de su persona. Es saludable porque irradia salud. Es sanador porque regenera procesos personales de liberación. Es saneador porque lleva la “saludabilidad” a las estructuras, mentalidades e ideologías. Es salvador porque es el Hijo del Dios vivo, el redentor.

Jesús es sano, saludable, sanador, saneador y salvador en sus palabras, coporeidad, afectividad, sentimientos, actitudes, hechos, gestos proféticos, proximidad y en las zonas oscuras de la existencia humana (dolor, sufrimiento, agonía…).

Jesús vive una salud integral, radical, responsable, gozosa, liberadora, reconciliadora, transformadora, solidaria, personal y comunitaria, abierta a la salvación. 

  • Salud integral
    La salud que Jesús encarna y promueve no consiste sólo en una mejoría física. Su acción sanadora va más allá de hacer retroceder una enfermedad o eliminar un problema orgánico. Jesús busca la sanación integral de la persona. Fomenta acciones carismáticas de salud.
  • Salud radical
    La salud de Jesús renueva a la persona desde sus mismas raíces, poniendo al enfermo en contacto con su poder terapéutico para estimular una salud completa.
  • Salud responsable
    Jesús que crecía en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres (Lc 2,52), cuidó, protegió y estimuló su salud, haciéndola corresponsable de la salud de los hombres.
  • Salud gozosa
    Jesús es un hombre que vive la vida intensamente, con profunda alegría interior enraizada en la experiencia gozosa del Padre. Esta experiencia no lo aleja del sufrimiento de la gente. Al revés, Jesús se conmueve profundamente y actúa con empatía ante el dolor y sufrimiento de los hombres.
  • Salud liberadora
    Desbloquea lo que impide el despliegue sano de la persona. Libera de la culpa, de los prejuicios, del miedo, de la ansiedad, llevando a un señorío más profundo la existencia humana.
  • Salud reconciliadora
    Integra a toda persona en perfecta armonía consigo, con el hermano, con Dios, con la naturaleza. Reconcilia con el tiempo, con la historia, con los límites…
  • Salud transformadora
    Lleva a un modo nuevo de pensar y de vivir; a una calidad nueva en el comportamiento, en el sentir, en el amor; a una verdadera conversión.
  • Salud solidaria.
    La salud solidaria de Jesús invita al hombre saneado a ser un hombre nuevo; a vivir una salud responsable hacia sí y hacia los demás; a encarnar un nuevo espíritu de servicio hacia los más débiles.
  • Salud personal-comunitaria
    Jesús no ama el sufrimiento ni lo busca, pero sabe aceptarlo, integrarlo, elaborarlo, hacerlo motivo de crecimiento. Es para Él ocasión propicia para mostrar su amor y confianza total en el Padre, y para mostrar su amor y solidaridad incondicional a los hombres.
  • Salud-salvación
    Jesús vive y promueve una salud no idolatrizada en sí misma. Está al servicio de la causa del Reino de los cielos.

Jesús es salud que se ofrece a sanos y enfermos. Él es el evangelio de la salud para la salud. Es el evangelio de la salud para el sufrimiento.

Modelo de acción pastoral en salud

Los ciegos ven y los rengos andan,
los leprosos quedan limpios y los sordos oyen,
los muertos resucitan y se anuncia a los pobres
la Buena Nueva (Mt 11,5).

Jesús, artesano de la evangelización, es el modelo de acción en pastoral de la salud.

Toda la vida de Jesús, incluido su dolor, sufrimiento y muerte, es un generar salud tanto en la biología (nivel físico) como en la biografía (nivel emocional, social, intelectual, valórico y religioso) de cada individuo y de la convivencia social.

Su terapia mesiánica pretende potenciar la biofilia que debe existir en cada persona: He venido para que tengan vida y vida en abundancia (Jn 10,10).

Jesús se hace presente donde la vida aparece más amenazada, deteriorada, malograda y aniquilada. Es a partir de su acción liberadora y sanadora, y en el corazón de esa acción, donde se anuncia que el Reino de Dios está cerca. En el servicio liberador al hombre enfermo, humillado, ideologizado, doliente, excluido e infeliz es donde Jesús anuncia a la sociedad entera la salvación de ese Dios que es amigo del hombre y de la vida.

Sin su actuación sanadora, todo mensaje hubiera quedado reducido a enseñanza sin gesto redentor, a promesas sin contenido, a proclamación sin intervención salvadora.

Si los profetas veterotestamentarios ponían como causa primera la defensa de los oprimidos, huérfanos, pobres, inmigrantes y viudas, Jesús va más lejos poniendo en primer lugar a los pecadores y enfermos, es decir, a los impuros (Cfr. Mt 11, 2-6).

En el ministerio y actitud de Jesús con los enfermos destacan las curaciones. De los 32 milagros, 25 son de curación. Casi una quinta parte de los evangelios trata de esas curaciones y recoge reflexiones hechas con ocasión de su realización. De los 3779 versículos del los cuatro Evangelios, 727 se refieren específicamente a la curación de enfermedades físicas y mentales y a la resurrección de muertos. Encontramos además otras 31 referencias generales a milagros que incluyen curaciones. Así, de los 678 versículos del evangelio de Marcos, 209, casi un tercio, se refieren a la actuación de Jesús entre los enfermos, inválidos y sufrientes.

Jesús hace, por tanto, de este ministerio no sólo una prioridad sino una opción.

Para Jesús, sanar es su forma predilecta de amar.

Jesús, buen samaritano, sana evangelizando y evangeliza sanando.

Modelo de relación de ayuda pastoral

En el encuentro de Jesús con los sanos, con las personas en crisis, con los enfermos, el agente pastoral descubre:

  • el modelo de estilo de relación de ayuda pastoral
  • la temática y contenido para el diálogo pastoral
  • el perfil ministerial del evangelizador

En efecto, Jesús busca siempre el encuentro personalizado (Cfr. Mc 5,32), acoge al sufriente (Cfr. Mc 1,41), lo escucha y comprende (Cfr. Mc 10,51), le infunde aliento y esperanza (Cfr. Mc 4,11), lo libera de la soledad (Cfr. Jn 5,7), lo reconstruye ayudándolo a creer de nuevo en la vida, en la salud, en el perdón, en el amor de Dios, en la sociedad (Cfr. Lc 17,14).

Jesús estimula en todo enfermo su protagonismo e iniciativa confrontándolo empáticamente, poniéndolo en el centro de sus encuentros (Cfr. Mc 5,19).

Acompaña a la persona y a la familia en crisis (Cfr. Lc 24,13-35) y atiende la desolación que el sufrimiento produce en la muerte de un ser querido (Cfr. Mc 5,35-43).

Jesús incorpora al enfermo a la sociedad que lo margina y ante ella lo defiende (Cfr. Lc 13,10-17).

Jesús felicita a los voluntarios del amor que trasladaron al paralítico en camilla, (Cfr. Mc 2,5) y enseña el modelo de cómo debe ser la relación con el prójimo  sufriente en la parábola del buen samaritano (Cfr. Lc 10,25-37).

Jesús libera de la insana teología de unir pecado y dolor, (Cfr. Jn 9,3); de una concepción biologicista y teísta de la enfermedad; y, aunque utiliza el lenguaje de su tiempo, también sanea de una concepción demoníaca. Jesús muestra siempre el rostro misericordioso del Padre.

Actuando así, Jesús presenta claramente el perfil ministerial del agente pastoral.

El Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir (Mc 10,45).

Modelo de espiritualidad

Jesús vive con el Padre, en el Padre y del Padre.

Configurarse en cuerpo, alma y espíritu con Cristo como camino hacia el  Padre bajo la acción iluminadora y santificadora del Espíritu Santo es la esencia de la espiritualidad cristiana.

Su oración, estilo de vida,  comportamiento, modo de relacionarse, dichos, acción en salud y manejo de sus crisis son paradigmas de nuestra espiritualidad.

Además, Jesús oferta la clave de una maravillosa y específica espiritualidad para los agente de la pastoral de la salud:

  • Ver en el enfermo a Cristo.
  • Ser Cristo misericordioso para el que sufre.
  • Hacer de este encuentro un momento místico, un acto de culto..

Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquéllas a su derecha y a éstos a su izquierda.

Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: «Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber; estaba de paso y me alojaron; desnudo y me vistieron; enfermo y me visitaron; preso y me vinieron a ver». Los justos le responderán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer; sedientos y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso y te alojamos; desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso y fuimos a verte?»        

Y el Rey les responderá: «Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más mínimo de mis hermanos, lo hicieron conmigo» (Mt 25, 31-40).

Modelo de humanización

Pasó haciendo el bien (Hch 10,38).

Jesús pasó haciendo el bien, humanizando, evangelizando, salvando.

Jesús evangeliza humanizando y humaniza evangelizando. Así, la humanización se hace camino y hasta condición de salvación (cfr. Mt 25,31ss).

Jesús, lleno de humanidad, trata a la gente con humanismo (cfr. Mc 5,25-34) promueve el buen trato (cfr. Mc 10,46-52) y enseña el estilo de relación de ayuda humanizador por excelencia (cfr. Lc 7,36-50).

Jesús humaniza porque produce encuentros interpersonales sin hipocresías, sin máscaras, sin ambivalencias, sin doble motivación.

Jesús humaniza porque hospeda a todos en un encuentro. Cada persona se constituye en el centro de su relación.

Jesús humaniza porque es libre y ama sin uso ni abuso. Nunca impone ni se impone.

Jesús humaniza porque hace a todo hombre sujeto y no objeto, fin y no medio, protagonista de su vida, conversión, curación, sanación, salvación.

Jesús humaniza porque transmite con palabras y obras un mensaje clarividente: tú eres persona, tú eres hijo de Dios.

Jesús humaniza porque siendo libre es liberador de prejuicios humanos, de ideologías religiosas, defendiendo los derechos del enfermo.

En la parábola del buen samaritano (cfr. Lc 10,25-37), Jesús enseña los gestos, modos y expresiones de la liturgia de la humanización; e invita incluso a los hombres del culto a humanizarse para humanizar.

La humanización abre las puertas a la evangelización. Un fruto sabroso del árbol de la evangelización es la humanización.

En Jesús, humano y humanizador, el agente pastoral aprende a humanizarse y a humanizar.

Modelo de sanador herido

Él tomó nuestras flaquezas
y cargó con nuestras enfermedades (Mt 8,17).

Jesús, el Hijo de Dios, pasa por la experiencia del dolor, sufrimiento y muerte. Nada humano le es ajeno.

Jesús nunca busca el dolor, tampoco lo evade sino que lo asume para superarlo y utilizarlo.

Jesús es paciente pero no pasivo. No se hace la víctima. No explica el porqué del sufrimiento pero, afrontándolo positivamente, lo hace motivo de purificación, madurez,  solidaridad y ocasión de una sana relación de ayuda, incluso hacia los verdugos. Así, lo transforma en un itinerario espiritual de redención.

Hace del sufrimiento un camino de solidaridad con nuestra humanidad. Orígenes nos ha transmitido un agraphon, unas palabras de Jesús que no se encuentran en los evangelios: Por causa de los enfermos yo he estado enfermo; por causa de quienes padecen hambre, yo he pasado hambre (Orígenes, In Math. 13).

En su sufrimiento no abandona a los suyos, ni quiere sentirse abandonado por los suyos, no se abandona a sí mismo, no se siente abandonado por el Padre, no abandona al Padre, se abandona en el Padre (Cfr. Lc 23,46).

Jesús no queda desfondado ante su tragedia ni acepta una muerte sin sentido.

En su angustia de muerte (Cfr. Mc 14-33) nos enseña que de Getsemaní se sale. En su duelo anticipado nos enseña a elaborar sanamente la angustia y la muerte.

En la agonía, es modelo de perdón (Cfr. Lc 23,34). Muestra altura moral ante sus acusadores. Jesús, sanador herido, saca del mal bien. A los que le hacen mal con su mismo mal les devuelve bien.

Jesús, dolorido y sufriente, cuyas heridas nos han curado, es modelo para los agentes pastorales que en propia carne atraviesan caminos ásperos de dolor y sufrimiento, animándolos a superarse humana y espiritualmente, evitando la tentación en esos momentos de sentirse abandonados por Dios y de caer en esterilidad pastoral.

3- Continuador de una historia bimilenaria

¿Han honrado a las viudas? ¿Han visitado a los enfermos? ¿Han hecho toda suerte de obras buenas? (Tradición Apostólica, 20)

La pastoral de la salud tiene una historia con historia (Cfr. Prosiguiendo la acción sanadora de Jesús, en ¿Qué es pastoral de la salud?, Mateo Bautista. San Pablo, Bs. As., 1996, pp. 15-26.). El agente de pastoral de la salud es continuador de una maravillosa y bimilenaria herencia repleta de buenos samaritanos.

Desde la primera comunidad de Jerusalén, hasta nuestra época, con sus posibilidades y limitaciones, la Iglesia ha tejido una espléndida guirnalda de amor hacia todos los débiles, hacia todos los pobres, especialmente hacia los enfermos (J. Alvarez).

Papas y obispos; sacerdotes y diáconos; reyes y reinas abnegados; nobles y gente sencilla del pueblo; órdenes religiosas desde el monacato hasta las órdenes hospitalarias; profesionales y técnicos; cofradías, asociaciones, voluntariados y redes solidarias; y los actuales agentes pastorales son los protagonistas de esta historia saludable de las obras de nuestra justicia y nuestra misericordia (San Cipriano, 258).

Figuras e instituciones señeras:

  • Diáconos, diaconisas y vírgenes consagradas de las primeras comunidades. Se destaca san Lorenzo.
  • Alejandro el frigio y Zebonio, Cosme y Damián, médicos martirizados.
  • Santa Elena que erigió los primeros hospitales bajo el signo del cristianismo, a partir del 313.
  • Obispo San Efrén funda en Edesa un hospital para apestados (337); san Juan Crisóstomo (470), otro para leprosos cerca de Constantinopla.
  • San Jerónimo y sus dirigidos espirituales (Panmaquio, Paula, Eustaquia, Fabiola) fundadores de hospitales.
  • San Basilio funda el 3-9-374 un hospital en Cesarea de Capadocia. Este gran legislador del monacato oriental confía a los monjes por primera vez un cometido sanitario.
  • San Benito en su regla muestra gran solicitud por los enfermos.
  • Papa san Gregorio Magno, ejemplo exquisito de hospitalidad.
  • Las grandes órdenes hospitalarias medievales desde el siglo XI.
  • Las fraternidades hospitalarias, comunidades laicales mixtas: Comunidades de Beguinas (Baja edad media), Compañías del Divino Amor (Siglo XV), Sagrada Hermandad de Sacerdotes y laicos hospitalarios (siglo XIX), antecedentes de los nuevos voluntariados.
  • San Juan de Dios (1495 – 1550) y san Camilo de Lellis (1550 – 1614) declarados por León XIII (1886) patronos de los enfermos, hospitales y trabajadores de la salud.
  • Fundadores de hospitales en América: Obispo Vasco de Quiroga, en Michoacán, (Méjico), 1537; Obispo Zumárraga, en Méjico 1540; Fray Antonio de San Miguel, en Cuzco, 1564, para los indígenas; Obispo Loaysa en Lima, 1594, para indios.
  • Beato Pedro de Betancour, fundador de los hospitalarios Betlemitas, en Guatemala, 1653.
  • San Vicente de Paúl (1581 – 1660) junto con santa Luisa de Marillac, fundadores de la Congregación Hijas de la Caridad.
  • Santos y santas fundadores de congregaciones con el carisma de servicio a los enfermos.

La presencia de la Iglesia hoy.

Hoy en día, la presencia de la Iglesia en salud se lleva a cabo en el campo institucional (creación y dirección de centros asistenciales propios), ministerial (servicios religiosos en instituciones hospitalarias), eclesial básico (parroquia, domicilio, etc.) y en el profesional.

Los laicos son en salud la mayoría absoluta. Ha nacido un verdadero ministerio asistencial y pastoral cristiano laical. Ya la vida religiosa consagrada hospitalaria deja de ser la manus longa de la iglesia en la asistencia y pastoral de la salud, si bien ha de ser su modelo y promotora.

Los derechos de los enfermos, la salud para todos, la defensa de la vida, el acompañamiento al moribundo, la presencia en la bioética y humanización, la atención a los nuevos marginados y la aceptación del derecho religioso del enfermo, son el desafío actual de la pastoral de la Iglesia.

4- ¿Quiénes son los agentes de la pastoral de la salud?

Aunque la misión evangelizadora es de todo el pueblo de Dios (Lumen Gentium, 5) podríamos decir con propiedad que existen agentes específicos de pastoral de la salud (1).

Obispo

Rodeen a los enfermos
con una caridad paternal
(Christus Dominus,13).

La historia de la Iglesia muestra una rica galería de pastores, papas y obispos que han puesto entre sus prioridades la atención a los enfermos y a los pobres, imprimiendo en la comunidad eclesial, universal y particular, un impulso de amor singular hacia las víctimas de sufrimientos corporales y espirituales. Sin embargo, esta cercanía al enfermo no siempre se ha visto adecuadamente acompañada del mismo interés por impulsar la pastoral de la salud (2).

Compete a los obispos, sucesores de los apóstoles, a quienes Jesús dio el mandato de anunciar el reino y curar a los enfermos (Cfr. Lc 9,1), mostrar una solicitud especial por el cuerpo débil, pobre y enfermo de Cristo en la tierra.

Así, el obispo no descuidará su visita personalizada a los centros de salud, mostrando solicitud por las necesidades de sus hijos enfermos, estando personalmente con los que sufren y no sólo por delegación; informándose de los problemas del mundo sanitario, donde se encuentran los signos de mayor pobreza; dejándose así humanizar y evangelizar por los que sufren.

Creará o estimulará la comisión diocesana de pastoral de la salud, así como los equipos pastorales en las parroquias y centros hospitalarios. Nombrará a sacerdotes idóneos para el servicio religioso hospitalario. Tendrá presente a los enfermos en sus mensajes. Celebrará destacadamente El Día del Enfermo. Introducirá en el curriculum de los estudios de los seminaristas la materia de pastoral de la salud.

Sacerdote

Pero si es cierto que los presbíteros se deben a todos,
de modo particular, sin embargo, se les encomiendan los pobres
y los más débiles… Tengan la mayor solicitud por los enfermos
y moribundos, visitandolos y confortándolos en el Señor (PO. 6).

Así exhorta el Concilio Vaticano II al sacerdote a cuya ordenación es intrínseca la solicitud por los enfermos, para ser realmente cura.

El sacerdote deberá mostrar una real y eficaz solicitud por los enfermos y por cuantos sufren, a través de su insustituible presencia, escucha y acción directa y personal. Hará que la pastoral de la salud forme parte activa de la pastoral de conjunto de la parroquia. Favorecerá la creación del equipo parroquial de pastoral de la salud que, con capacitación y continuidad, asuma esta pastoral en los domicilios y centros de salud de la jurisdicción parroquial.

Con los laicos profesionales de la salud, bien organizados, puede promover acciones concretas asistenciales hacia los más desvalidos.

La homilía es un momento privilegiado para sensibilizar el corazón y la mente del samaritano que todo creyente debe llevar dentro.

Pedirá a los catequistas que no olviden tratar el tema de la solidaridad con los enfermos al ejemplo de Jesús, así como el modo de encarar de forma cristiana el dolor, sufrimiento, agonía, muerte y duelo.

Especial significación deberá revestir la pastoral de la salud en los tiempos fuertes de la liturgia como en la Semana Santa, así como en las fiestas patronales, en la celebración comunitaria del sacramento de la Unción y en el Día del Enfermo.

Conviene realzar parroquialmente la labor abnegada de los enfermeros/as, médicos/as y demás profesionales de la comunidad, celebrando su día.

La radio y las publicaciones escritas son un instrumento óptimo de relación con los enfermos.

El capellán hospitalario

Se le confía de manera estable el cuidado pastoral
de un grupo particular de fieles: enfermos, familiares, trabajadores
y profesionales de la salud. Su tarea principal es la de anunciar la
Buena Noticia y la de comunicar el amor redentor de Cristo a cuantos
sufren en el cuerpo y en el espíritu, acompañándolos con amor solidario
(Carta de los agentes de la salud, 13).

El sacerdote capellán-hospitalario ha de basar su identidad y ministerio en la eclesiología del concilio Vaticano II. En esencia, en estos dos principios básicos: la Iglesia, pueblo de Dios ; e Iglesia, comunión-participación; con el consiguiente espacio abierto a los laicos en la acción pastoral (3).

Así, pues, ha de entender su presencia no como la del administrador de sacramentos que atiende individualmente a los enfermos sino como el enviado a presidir una iglesia misionera animando al equipo pastoral de laicos, coordinando las diferentes acciones y siendo siempre vínculo de comunión eclesial.

Pondrá especial esmero en hacer más humano, ético y cristiano el clima de la Institución.

Necesitará adquirir un buen conocimiento de las Leyes del hospital,  tener buena relación de ayuda con todos, profundizar la psicología y el alma del enfermo y mantener una óptima colaboración interdisciplinaria con todos los profesionales.

Diácono

A los diáconos se les imponen las
manos para realizar un servicio y no para
ejercer el sacerdocio
(C.I.C. Nº 1569).

Configurados con Cristo que se hizo diácono, es decir servidor de todos (Cfr. San Policarpo ep. 5,2), ejercen su ministerio sobre todo en los diversos servicios de la caridad, especialmente con los más pobres, desamparados y enfermos. Los diáconos han de ser los oídos, los ojos, el corazón y el alma del obispo con los pobres y los que sufren.

La función del diácono en la comunidad eclesial ha recibido un fuerte impulso con la restauración del diaconado permanente.

Por su carácter específico y su razón de ser, el diácono es un agente natural de la pastoral de la salud. En su solicitud pastoral, el diácono visitará a los enfermos llevando el Cuerpo, la Palabra, el consuelo y la solicitud de Cristo.

También estará atento a las necesidades materiales de los enfermos, impulsará los equipos parroquiales de pastoral de la salud, estimulará el servicio religioso de los centros hospitalarios, presidirá la exequias y promoverá la pastoral del duelo.

Algunos diáconos ya son delegados diocesanos de pastoral de la salud.

Vida religiosa hospitalaria

Sean fieles al carisma de la caridad misericordiosa
con los enfermos
(Lumen Gentium, 43).

La vida religiosa sanitaria nace en la Edad Media, entre 1150 y 1250, constituyendo la más antigua forma de vida religiosa consagrada apostólica. La vida religiosa activa nace de forma hospitalaria. Durante muchos siglos, además de su misión pastoral, hizo un aporte de subsidiariedad a la sociedad.

Hoy, en cambio, la salud es una preocupación social y secular. El hospital es una empresa. La atención al enfermo es una profesión. La relaciones laborales y económicas han tomado mucho cuerpo…

El modo de pensar y actuar de la Iglesia, con su tradición hospitalaria de siglos que ve en el enfermo a un hermano en Cristo al que hay que amar y cuidar, que considera la asistencia que se le tributa como ocasión para testimoniarle el amor con el que el mismo Cristo lo ama, que asume la asistencia sanitaria como un medio de evangelización del mundo de la salud, entra en colisión con la asistencia sanitaria del estado o privados que no contemplan mucho más allá del aporte de un servicio técnico. Pretenden no salvar almas sino curar cuerpos a través de una acción terapéutica adecuada, eliminado cualquier visión espiritualista de la enfermedad y del enfermo.

Ante tantos y pronunciados cambios, la vida religiosa hospitalaria entró en crisis, titubeó en su misión, descendió el número de vocaciones, se desconcertó en su identidad, le costó asumir el profesionalismo…

Hoy, sin embargo, su vocación-misión hospitalaria se está adecuando y se ha de caracterizar por expresar:

  • Ante un accionar puramente profesional à profesión + consagración +vocación de amor
  • Ante actitudes de poder à             actitud de servicio
  • Ante mera relación laboral à             relación carismática de ayuda
  • Ante motivación secularista à             motivación evangélica
  • Ante el enfermo: cliente à             enfermo sacramento de Cristo
  • Ante actitudes de sumisión ideológica à        actitudes proféticas
  • Ante actitudes reduccionistas à             apertura a la trascendencia
  • Ante actitudes deshumanizadoras à             presencias humanizantes
  • Ante discriminación de algunos enfermos à   opción por los más desvalidos

La vida religiosa, por su consagración específica, ha de situarse en el desierto, periferia y frontera (Jon Sobrino) del mundo de la salud, dolor o sufrimiento. Las obras asistenciales regentadas por los religiosos/as tienen que ser cuna de evangelización y opción por los más pobres.

La exhortación pastoral Vita consecrata pide a los consagrados: Privilegien en sus opciones a los enfermos más pobres y abandonados, como los ancianos, los discapacitados, los marginados, los enfermos terminales, las víctimas de la droga o de las nuevas enfermedades contagiosas (nº 83).

Nunca como hoy la vida religiosa hospitalaria tiene tantas posibilidades pastorales en los nuevos campos de marginación, en los equipos de pastoral de la salud hospitalarios, parroquiales, diocesanos y nacional…

Agente laico de pastoral de la salud

Practiquen la caridad para con los pobres y enfermos…
donde hay afligidos por calamidades o por falta de salud…
(Apostolicam Actuositatem, 8).

Estábamos acostumbrados a llamarlo visitador de enfermos. Mejor dicho visitadora, porque hubo un tiempo en que se pensaba que este servicio era propio de mujeres y de cierta edad, que tenían tiempo de sobra. Hacían un trabajo muy eficiente, apostólico y valorado, aunque poco imitado. Su misión estaba orientada, en parte, a preparar el camino al sacerdote. Pero actuaban, no pocas veces, como francotiradores, por no existir una pastoral de la salud orgánica y de conjunto.

Hoy preferimos hablar de agentes de pastoral de la salud. Es un verdadero ministerio eclesial laical que ya ha tomado carta de ciudadanía en la pastoral de conjunto. Gracias a Dios ya ejercido por mujeres y hombres, adultos y jóvenes, cada vez más capacitados. Ejercen una pastoral misionera y se meten de lleno en lo más arduo de la evangelización: el misterio del mal, del sufrimiento y de la muerte. Hacen una pastoral de sostén en los momentos de más vulnerabilidad.

El agente de pastoral de la salud laico promueve la visita pastoral a domicilio y forma parte del equipo de los servicios religiosos hospitalarios con pleno derecho, a través de nuevas formas de presencia de la Iglesia en el hospital.

En efecto, el agente pastoral laico -también llamado asistente religioso hospitalario- tiene todas las posibilidades pastorales para acompañar, evangelizar, rezar y hacer relación de ayuda al enfermo, familiares y profesionales en los centros sanitarios, si está debidamente vocacionado y capacitado, como cualquier sacerdote, salvo lo propio del orden sagrado.

Concretamente, en los centros sanitarios, la presencia de este ministerio laical da un sentido más eclesial, más pluralista al servicio religioso. La Iglesia somos todos. Su fundamentación es eclesiológica y no tanto sociológica o por ausencia de clero. Si esta plural representatividad se da en los servicios religiosos, más significativamente estará presente la Iglesia en el hospital, adquirirá nuevas oportunidades evangelizadoras, dejará de ser exclusivamente clerical y nacerán nuevas oportunidades de inserción en el ambiente hospitalario.

Ministro de la Comunión

No olvidar que el fin primario y principal
de la reserva eucarística consiste en la posibilidad
de llevar la comunión a los enfermos que no han podido
participar en la misa
(Ritual de los enfermos 64b).

El ministro de la Comunión ejerce un ministerio no ordenado. Su tarea apostólica, que nace como compromiso de una vida auténticamente cristiana, es la de ser presencia y solicitud de la Iglesia hacia aquellos impedidos de acudir a la asamblea cristiana, es decir, a los enfermos y presos, llevándoles la evangelización y el Cuerpo Sacramentado de Cristo.

El ministro de la Comunión es un miembro específico e insustituible de la pastoral de la salud, no de la liturgia. Nunca ha de olvidar que forma parte del equipo de pastoral de la salud, evitando ser un francotirador.

Su ministerio ha de desarrollarlo tras una debida formación relacional, antropológica, bíblica y eclesial en relación a la persona del enfermo e impedido.

Su presencia ante el enfermo aporta, además, la donación de un tiempo gratuito y amoroso, escucha, posibilidad de desahogo, diálogo pastoral, meditación de la palabra de vida, esperanza, testimonio de la resurrección de Cristo…

El ministro de la Comunión es un agente pastoral también para la familia y para los profesionales de la salud (4).

 Profesional de la salud

“El agente de salud es el buen samaritano de la
parábola que se para al lado del hombre herido,
haciéndose su «prójimo en la caridad»
(5).

Hoy, la presencia de la Iglesia en el mundo de la salud se lleva a cabo mayoritariamente por los fieles laicos.

Estábamos acostumbrados a identificar presencia de la Iglesia con sacerdotes o religiosos/as. Aún hoy asombra escuchar a profesionales católicos de salud: “Aquí no hay presencia de la Iglesia”; como si ellos no fueran Iglesia…

La Iglesia en salud son los profesionales, los voluntarios y agentes de pastoral católicos, junto con la jerarquía. Esta presencia laical es una magnífica expresión del sacerdocio común de Cristo.

Valioso es el ejemplo de profesionalismo de tantos médicos como el de San José Moscati o San Nicolás Stenone, santos laicos.

El profesional católico de salud ha de ser “vir bonus sanandi peritus”: buena persona con testimonio de vida y experto en su materia. Pero no basta la bondad personal y la pericia técnica, hay que hacer pastoral explícita: anunciando a Jesucristo con modos, presencias y medios actuales y eficaces.

El profesional católico de salud ha de ser un profeta. Ha de mostrar siempre su identidad cristiana. Trabajará en defensa de la vida y de los derechos de los enfermos y potenciará todos los medios pastorales necesarios: visitas pastorales, celebraciones…

No obstante, hay muchos profesionales laicos pero no un laicado unido, operativo, consistente, preparado, con decisiones de conjunto. Se han de promover las asociaciones católicas de profesionales de la salud.

Enfermo evangelizador 

“En la medicina, como en la religión, todo se desarrolla
como si el camino de la salud no pudiese ser trazado
más que por quien goza de óptima salud”
(Laplantine).

El enfermo no es sólo destinatario o receptor de cuidados y atenciones. Es miembro activo de la evangelización.

Debemos revisar con qué actitud nos acercamos a él. De su relación salimos enriquecidos, humanizados, evangelizados. Hemos de escuchar la voz y el silencio de quien sufre y conseguir que se integre como miembro activo en la comunidad cristiana para ejercer su propio e intrasferible apostolado: evangelizar desde su experiencia de sufrimiento. También los enfermos son enviados (por el Señor) como obreros a su viña” (Christifideles laici, Nro. 53).

El enfermo ha de ser paciente, pero no pasivo, como Jesús que no cayó en el dolorismo ni en la resignación. Jesús evangelizaba cuando recorría incansablemente los pueblos y ciudades proclamando la buena noticia del Reino de Dios y curando, pero nos dio el más sublime anuncio evangelizador desde el dolor, la agonía y la soledad de la pasión y muerte en cruz.

Los enfermos, configurados con el misterio pascual de Cristo, nos evangelizan porque, desde su propia situación, nos ayudan a relativizar algunos valores y formas de vida de la sociedad actual y de nuestras comunidades: la eficacia a toda costa, la competitividad, la ambición de dinero, el éxito y prestigio por encima de todo, el afán de consumir.

Los enfermos nos ayudan a recuperar y a vivir los valores fundamentales del Evangelio: gratuidad, fuerza del amor, esperanza, entereza en la hora de la prueba.

Los enfermos, desde sus postraciones, nos llaman a la solidaridad humana, al amor servicial y sacrificado, a ser realistas en un mundo que vive de apariencias, de espaldas a la enfermedad, al sufrimiento y a la muerte.

Los enfermos nos muestran el rostro de Cristo y lo más original y llamativo del Dios cristiano: un Dios que por amor se anonada y comparte hasta el fondo el dolor del hombre y así nos salva.

Los enfermos que viven con sentido cristiano cada etapa de su enfermedad nos dan ejemplo de fidelidad a Dios, de sentirse amados por El y de amarlo; de no sentirse abandonados por Dios ni de abandonarlo sino de abandonarse en El.

Los enfermos nos enseñan a escuchar y aprender. Son mediación preciosa para urgir la humanización en la salud y centros hospitalarios.

El que está enfermo, por sus vivencias y por sintonizar de manera más directa con otros enfermos, puede realizar una gran labor pastoral en este campo (Ritual de los enfermos, 57d), siendo testigo vivo de Cristo que sufre, lucha, acepta sus limitaciones, reza, se ocupa, anima y ayuda a otros enfermos. Algunos enfermos son coordinadores de grupos de mutua ayuda y llevan adelante asociaciones de apoyo.

Sería muy loable la inserción de los enfermos en los organismos eclesiales (consejos pastorales…).

5- ¿Quiénes son los destinatarios de la pastoral de la salud?

Los sanos

La acción de pastoral de la salud tiene la mira puesta en los sanos para evangelizar la cultura moderna de la salud que, aunque se la protege, a la vez se la derrocha y maltrata.

Pugna porque se favorezcan la promoción y educación en salud, especialmente impulsando la salud pública, el saneamiento básico, la prevención de enfermedades, los estilos de vida sanos, la concepción ética y la humanización,  considerándose todos y cada uno agentes responsables de la propia salud y de la salud comunitaria.

La pastoral de la salud pone énfasis en que todos nos confrontemos sana y cristianamente con las experiencias insolayables de la existencia humana: sufrimiento, discapacidad, vejez, agonía, muerte y duelo.

El enfermo

La pastoral de la salud tiene puesto su corazón en el enfermo y sufriente. San Camilo afirmaba que Los enfermos son la pupila y el corazón de Dios.

Pensamos en el enfermo hospitalizado pero no olvidemos ese “mare magnum” de los enfermos a domicilio.

Se acompaña y atiende generosa y gratuitamente al enfermo iluminando su dolor, sufrimiento, enfermedad, duelos, agonía y muerte, a través de la fe cristiana, a la luz de la persona de Jesús, buen samaritano, sufriente, muerto y resucitado.

La familia del enfermo

También muestra especial solicitud la pastoral por la familia del enfermo (especialmente del más grave y moribundo) que, en estas circunstancias, necesita apoyo, desahogo, escucha, encontrar sentido, alimentar la esperanza y ser fortalecida espiritualmente (Cfr. Mc 5,35-43). Sin olvidar el acompañamiento en los procesos del duelo. Se ha de impulsar el asociacionismo entre los familiares de enfermos. Se ha de insistir en que la familia es el ámbito privilegiado de educación, prevención, acción y evangelización en salud.

Los profesionales de la salud

Los profesionales de la salud son también destinatarios de la Buena Noticia. Tienen muchas necesidades humanas y espirituales. Están en contacto permanente con el dolor, sufrimiento y muerte. Viven un mundo emocional intenso y con muchas impotencias; también un mundo lleno de corazas, máscaras y no poco endiosamiento. El mundo hospitalario, por su complejidad, suele ser para ellos poco hospitalario y muy desgastante.

Por eso, el saludo cortés, el diálogo humano y sereno, el interesarse por sus ocupaciones, la escucha de sus inquietudes, los pequeños detalles (día de la enfermera, del médico…), la invitación a encuentros de humanización, las celebraciones religiosas, retiros espirituales, el valorar su quehacer, la colaboración en el trabajo interdisciplinario… son medios y presencias que ha de utilizar el agente de pastoral de la salud.

Las instituciones

Hoy, la vivencia de la caridad en el campo de la pastoral sanitaria no puede ser reducida al campo privado yo-tú. No basta con la caridad personal, individual; hay que practicar también la caridad estructural que es aquélla que lucha por transformar las estructuras injustas de nuestra sociedad, cada vez más fría, agresiva y deshumanizada, que se arrodilla ante los ídolos del dinero, del poder y de la comodidad egoísta (J. Bestard).

La pastoral de la salud también dirige su empeño en conseguir:

  • El compromiso de una salud para todos en un sistema sanitario de estructuras justas y humanizadoras.
  • Que los creyentes participen activa y críticamente en las instituciones que deciden y llevan a cabo las políticas de salud.
  • Que se favorezca la creación de asociaciones católicas en pro de la salud.
  • Que se promuevan en el ámbito educacional (escuelas, universidades, seminarios) la enseñanza católica en lo referente a la pastoral de la salud, humanización y bioética.

La Iglesia misma

Y la pastoral de la salud se dirige, por supuesto, al seno de la Iglesia misma para sensibilizar a la jerarquía y a todos los fieles, preparando comunidades cristianas hospitalarias, sanas y sanadoras, así como equipos aptos de pastoral de la salud, lugar privilegiado de humanización y evangelización.

El mundo del dolor y sufrimiento es tierra de misión. Aquí se dan cita la vulnerabilidad, la pobreza, la ignorancia, la marginación, la soledad, el abandono y las mayores crisis humanas y de fe.

Ya lo dijo San Camilo en el siglo XVI: Nuestras Indias y Japones son los enfermos.

6- En una pastoral actualizada

La pastoral de la salud ha de ejercitarse con nuevo ardor, métodos y mentalidad.

He aquí la evolución necesaria en la pastoral de la salud.

De pastoral del enfermo                à        a pastoral de la salud

De pastoral unidimensional         à        a pastoral pluridimensional

De pastoral aislada                                    à        a pastoral de conjunto

De pastoral individual                  à        a pastoral en equipo

De pastoral clericalizada               à        a pastoral de todo el pueblo de Dios

De pastoral sacramentalista          à        a pastoral catequística, evangelizadora,
celebrativa

De pastoral de predicación           à        a pastoral de iluminación

De pastoral de entrega de certezas   à   a pastoral de un camino de anuncios y
experiencias

De pastoral desencarnada                         à        a pastoral empática con su realidad

De pastoral enfermo receptor       à        a pastoral enfermo miembro activo

De pastoral conservadora             à        a pastoral creativa

De pastoral predicadora                à        a pastoral de escucha y acogida

De pastoral de visita única           à        a pastoral de acompañamiento

De pastoral asistencial                   à        a pastoral asistencial-evangelizadora.

De pastoral pasiva                          à        a pastoral misionera

Según este esquema, podemos constatar que la pastoral de la salud ha tenido notables y necesarias evoluciones:

  1. De una pastoral de cura de almas a una pastoral de toda la persona. De una concepción del alma como dimensión espiritual del hombre considerada como subsistente por sí misma, alejada de toda realidad antropológica, con concentración excesiva en los sacramentos, a una pastoral humanizadora – catequética – evangelizadora – sacramental.
  2. Del enfermo a la salud. No se habla ya de pastoral de los enfermos ni de pastoral del alivio ni de pastoral hospitalaria sino de pastoral de la salud. No entendiendo salud como ausencia de enfermedad, sino como plenitud y calidad de vida en todas sus dimensiones: física, emocional, intelectual, social, valórica y espiritual.
  3. De una exclusión o alejamiento en la planificación de la pastoral de conjunto (parroquial o diocesana) a una pastoral organizada e integrada en una comunidad sanante y hospitalaria.
  4. Del hospital a la comunidad. Se superó la reducción de la pastoral de la salud al ámbito hospitalario para pasar a la prevención y promoción de la salud, a aceptar la visita a domicilio, a crear grupos de mutua ayuda, a favorecer la humanización, a promover la pastoral del duelo, adicciones… La pastoral de la salud es muy misionera.
  5. De una actitud de pasividad o de delegación a una actitud de compromiso activo. El sujeto primario de la pastoral de la salud es la comunidad cristiana en todos sus agentes: clérigos y laicos. No basta con decir: hay capellán, monjas y visitadores en el hospital.

Esta evolución es necesaria porque ha cambiado la concepción dolorista y resignada ante el dolor. El mundo de la salud y del sufrimiento es un mundo secularizado y tecnificado, con las mayores y más desafiantes problemáticas bioéticas. Se va pasando de una mentalidad de orden moral a una mentalidad de orden técnico. La estructura socio-sanitaria se hace supercompleja y conflictiva.

Son éstos los desafíos de una pastoral de la salud que ha de ser competente, especializada, organizada, coordinada con programas y proyectos específicos, en formación permanente. Y, por supuesto, encarnada en la visión eclesial del Vaticano II.

7- Conociendo la teología de la pastoral de la salud

La pastoral de la salud es presencia, testimonio y acción que han de estar apoyados por un sano estilo de relación de ayuda pastoral y por una sabia reflexión teológica.

Ciertamente, en el apostolado de los agentes pastorales ya existe un saber teologal espontáneo que se ha de cultivar, pulir y sistematizar.

¿Qué es la teología de la pastoral de la salud? Es la reflexión ordenada, sistemática y científica a la luz de la Palabra de Dios y del Magisterio de la Iglesia del hacer ministerial de los agentes pastorales en el campo de la salud, (promoción y prevención), enfermedad, dolor, sufrimiento, discapacidad, agonía, muerte y duelo.

Esta reflexión teológica sistemática de la praxis pastoral es interdisciplinaria pues se confronta y complementa con la teología bíblica, exégesis, historia, eclesiología, liturgia, moral, sacramentología, escatología…

La teología de la pastoral de la salud debe profundizar en sus aspectos:

  • Teocéntricos.
  • Cristocéntricos.
  • Pneumáticos (Espíritu Santo).
  • Eclesiológicos.
  • Ecuménicos.
  • Antropológicos.
  • Escatológicos.

La teología de la pastoral de la salud ha de iluminar específicamente el grave problema del sufrimiento y del mal en el mundo con el amor salvífico de Dios Padre manifestado en la encarnción de su Hijo Jesús.

8- En comunión con la Iglesia

La pastoral de la salud no es una misión de francotiradores sino de agentes en comunión.

La comunión es la gran nota de la vida cristiana y eclesial: comunión en la fe, en la esperanza y en la caridad.

La comunión promueve espiritualidad, formación, equipos y proyectos pastorales.

La comunión favorece la paciencia, enseña a respetar los ritmos de las personas, invita a reconciliar debilidades. En la comunión somos apoyados y… aguantados.

La acción eclesial de los agentes pastorales se construye bajo la inspiración del Espíritu Santo, en comunidad, con comunicación y en comunión solidaria de fe y talentos.

La misión sin comunión atenta contra el amor trinitario de Dios.

La falta de comunión eclesial refleja ausencia de diálogo fraterno, espíritu sectario, vanagloria personal. Es motivo de escándalo y desautoriza toda evangelización.

El agente pastoral realiza su misión en nombre de Cristo, en comunidad, enviado por la Iglesia.

9- Conociendo el magisterio de la Iglesia en el mundo de la salud

El agente de pastoral en su formación permanente, tanto personal como comunitaria, se interiorizará de lo que el magisterio de la Iglesia ha declarado.

A) Magisterio de Juan Pablo II

Es especialmente amplio, sabio y alentador el magisterio de Juan Pablo II, así como su sensibilidad y preocupación por la pastoral de la salud y su solicitud por los enfermos:

  • La Carta Apostólica Salvífici Doloris – El sentido cristiano del sufrimiento humano (1984) . Es el primer documento de la Iglesia sobre el sufrimiento humano a la luz del evangelio, tratado de manera sistemática.
  • Exhortación apostólica Christifideles Laici. Vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el Los numerales 53 y 54 están dedicados a los enfermos y a los que sufren; enfatiza que los enfermos están llamados a participar en el crecimiento del Reino de Dios e invita a una acción decidida para y con los enfermos, agentes y sujetos de la Pastoral de la Salud: también los enfermos son enviados como obreros a su viña.
  • Con la Encíclica Evangelium Vitae (1995), el Papa denuncia la cultura de muerte imperante en la sociedad actual estimulando a los fieles a ser testigos del Evangelio de la Vida respetando, defendiendo y sirviendo a la vida.
  • Con el motu propio Dolentium hominum (1985), Juan Pablo II instituye la Pontificia Comisión para la Pastoral de los Agentes Sanitarios, actualmente Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud. Su misión: coordinar, animar y promover iniciativas a nivel nacional e internacional en favor del mundo de la salud y de la pastoral de la salud.
  • En 1992, el Papa Juan Pablo II instituye la Jornada Mundial del Enfermo; su día oficial es el 11 de febrero, festividad de Nuestra Señora de Lourdes. Su objetivo primordial: sensibilizar al pueblo de Dios, a las instituciones de salud y a la sociedad en general. La jornada se viene celebrando desde 1993. Con tal motivo, el Santo Padre envía anualmente un Mensaje con un contenido humano y pastoral muy valioso.

B) El Consejo Pontificio de la Pastoral de la Salud

  • El Pontificio Consejo publica la Revista trimestral que lleva el mismo título del documento que lo instituyó: Dolentium
  • Este Pontificio Consejo publicó en 1995 Carta de los agentes de la salud, compendio de bioética sobre el engendrar, nacer, vivir y morir. También: Los Laicos en el mundo del sufrimiento y de la salud (1988). Su publicación más reciente: Iglesia, droga y toxicomanía. Manual de pastoral, año 2002.

C) El CELAM

  • Documentos de Medellín (1968). La iglesia en la actual transformación de América Latina, a la luz del Concilio Vaticano II.
  • Documentos de Puebla (1978) La evangelización en el presente y futuro de América Latina.
  • Documentos de Santo Domingo (1992). Nueva evangelización, promoción humana y cultura cristiana (1992).
  • El CELAM organizó:
    – el I Encuentro Latinoamericano y del Caribe de Pastoral de la Salud, el tema fue Problemas éticos y de humanización en salud. Se llevó a cabo en Bogotá en 1989.
    – el II Encuentro Latinoamericano y del Caribe de Pastoral de la Salud, se realizó en Quito en 1994 y su motivo fue el de Formular líneas comunes que orienten la Pastoral de la Salud en el Continente.
    el III Encuentro Latinoamericano y del Caribe de Pastoral de la Salud, convocado en Santo Domingo en 1998 trató La Formación de los Agentes de Pastoral de la Salud.
    el IV Encuentro Latinoamericano y del Caribe se celebró en San Pablo, Brasil, 2003, y se dedicó a la consolidación y organización de la Pastoral de la Salud en América Latina y El caribe.
    el V Encuentro Latinoamericano y del Caribe, convocado en Panamá, 2009, se dedicó a revisar y actualizar la Guía de la Pastoral de la Salud a la luz del Documento de Aparecida.

D) Conferencias episcopales

Algunas conferencias episcopales están emitiendo valiosos aportes.

  • La Comisión episcopal de pastoral de la salud en Argentina elabora desde 1993 un mensaje en cada celebración anual del Día del Enfermo.

10- Con profunda espiritualidad

No es indiferente para el significado y la naturaleza
del ministerio de la Iglesia el hecho de que éste se
ejerza o no con santidad
(Rahner).

He aquí las principales notas de la espiritualidad del agente pastoral.

  • Honda experiencia de Dios Padre

El agente de pastoral ha de ser, ante todo, una persona de honda experiencia y trato filial con Dios Padre, vivenciando fuertemente en su vida la gracia y presencia divinas.

  • Configurado con Jesús

El agente pastoral se configurará con Cristo redentor, buen pastor, maestro, misericordioso samaritano; con Jesús: sano, saludable, sanador, saneador y salvador; con Jesús, muerto y resucitado. La amistad fraternal con Jesús, nuestro hermano mayor, proporcionará esta configuración.

  • Guiado por el Espíritu Santo

El Espíritu Santo es el principal agente de la evangelización (Pablo VI).

Bajo la inspiración y amistad del Espíritu Santo discernirá la voluntad de Dios en su vida, será testimonio de vida cristiana mostrando gran caridad, mucha humanidad, amabilidad, generosidad, altruismo, disponibilidad, siendo receptor de las crisis existentes en el hombre sufriente.  Mostrará una fe indestructible en el valor y significado de la vida.

  • Cultivo de la fe

Con la lectura asidua de la Palabra de Dios, la oración, la participación sacramental (reconciliación y eucaristía), los encuentros espirituales y la vida ecelsial, cultivará su fe. Con una fe adulta podrá reconfortar y reconfortarse, y encontrará motivos para dar esperanza al que sufre y dar sentido a sus propias adversidades humanas.

  • Visión teológica de la obra de la redención

Precisará profundizar teológicamente su identidad y ministerio para adquirir una visión clara de la obra de Cristo redentor y la misión de la Iglesia en el contexto de un pluralismo religioso, desarrollando un sano ecumenismo.

  • Sana motivación espiritual

El agente de pastoral de la salud explicitará su espiritualidad altruista,  motivado por su amor al enfermo, con el amor de Dios. En su espiritualidad ascética rechazará toda manipulación o doble intención.

  • Con la riqueza de las pobrezas.

La evangelización en salud es siempre obra de Dios en la mediación humana; por eso, también obra de la pobreza, de los límites, de la impotencia, de la inseguridad, del encuentro con el misterio del mal. Una pobreza sin embargo paradójica pues se hace, bajo el Espíritu Santo, riqueza para el agente de pastoral de la salud.

  • Espiritualidad mariana

El agente pastoral tenderá a imitar la vocación, disponibilidad, entrega incondicional y actitudes samaritanas de la Virgen María pidiendo su intercesión como Salud de los enfermos.

  • Espiritualidad eclesial

El agente pastoral realiza su ministerio en nombre de Jesús, sintiéndose enviado y delegado por la comunidad eclesial, de la que es miembro activo y de la que se alimenta.

  •  Espiritualidad misionera

Como el Padre me envió, también yo os envío (Jn 20,21).

El agente pastoral es vocacionado por un llamado divino y es misionero por un mandato divino. Extiende su acción por doquier. Saliendo al encuentro de quien sufre, toma la iniciativa de ir a la periferia del ámbito pastoral.

  • Espiritualidad apostólica

La acción apostólica y la vida espiritual no son dos caminos paralelos ni opuestos sino recíprocos y complementarios. El agente pastoral, en su compromiso y corresponsabilidad cristianos en el mundo de la salud, está llamado a hacer experiencia de Dios, a crecer en el Espíritu y a fomentar la comunión espiritual. Es cierto que no es la materialidad de la acción lo que alimenta la vida espiritual sino la caridad en el Espíritu Santo que inspira la acción. San Camilo de Lellis lo vivió y sintetizó maravillosamente: Dejar a Dios por Dios.

  • Espiritualidad mistérica y mística

¡Qué misterio! La pasión de Cristo se prolonga en la pasión del sufrimiento de los hombres. La presencia de Jesús en el enfermo convierte el servicio al enfermo en culto, en un acto místico. Por eso, las claves de esta espiritualidad específica son:

  • Ser Cristo misericordioso para quien sufre.
  • Contemplar y servir en el enfermo a la persona misma de Cristo.
  • Hacer de este encuentro una experiencia mística.

11- Con los auxilios de la Gracia

Sé en quién he puesto mi confianza (2 tim 1,12).

El agente pastoral se nutre, fortalece y persevera gracias a la Gracia de la vida espiritual y sacramental.

Jesús es el artesano de la evangelización. El espíritu Santo es la inspiración. Los auxilios de su gracia son el alma mater de la pastoral de la salud.

Así, la oración, tanto la ascendente (hablar a Dios) como la descendente (escuchar a Dios) es el impulso vital del agente de pastoral de la salud. Al tratar de amistad con quien sabe lo ama (Santa Teresa), todas las cosas, el agente pastoral le confía proyectos, dudas, temores…

La Palabra de Dios que ilumina, conforta, confronta, consuela, da esperanza, invita a la caridad y a la conversión… es el bisturí del agente de pastoral de la salud. Palabra que debe ser proclamada y celebrada entusiastamente con y para el enfermo, su familia y todo el personal hospitalario.

La praxis sacramental viene a ofertar, significar, autentificar y hacer visible y palpable la experiencia del encuentro con Dios.

El sacramento de la Reconciliación expresa magníficamente el encuentro misericordioso con Dios, reflejando el poder sanador divino que nos ofrece una salud reconciliada, integral. Cuanto más sea reconciliado el mismo agente de pastoral más reflejo será de la misericordia divina.

Con la Comunión Eucarística se recibe la fortaleza de quien nos ama hasta el extremo y se entrega por nosotros: Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna (Jn 6,54).

Nadie puede hacer caridad si no come la Caridad (San Vicente de Paul).

El sacramento de la Unción de los Enfermos es el más específico de la pastoral de la salud (Cfr. Signos de vida. Unción de los enfermos, Mateo Bautista. Ed. Guadalupe, Bs. As., 2000).

¿Sufre alguno de ustedes? Que rece. ¿Está uno de buen humor? Que cante. ¿Hay alguno enfermo? Llame a los presbíteros de la     comunidad, que recen por él y lo unjan con aceite invocando al Señor. La oración hecha con fe dará la salud al enfermo y el Señor hará que se levante. Si, además, tiene pecados, se le perdonarán (Stgo 5,13-15)

Con la sagrada Unción de los enfermos y la oración de los presbíteros, toda la Iglesia encomienda los enfermos al Señor paciente y glorioso para que los alivie y los salve e incluso los exhorte a que, asociándose voluntariamente a la pasión y a la muerte de Cristo, contribuyan así al bien del pueblo de Dios (Lumen Gentium, 11)

12- Conociendo el mundo complejo de la salud

El agente de pastoral para ejercer sanamente y con provecho espiritual su apostolado deber ser consciente de que el mundo de la salud es distinto del mundo parroquial, que tiene sus leyes y lógica propias.

La sociedad actual ha experimentado numerosos y profundos cambios que inciden en la forma de concebir y afrontar la salud, enfermedad, discapacidad, muerte, así como en recibir la asistencia sanitaria y la asistencia espiritual.

En los diecinueve siglos de nuestra era cristiana, propiamente no se puede hablar de un sistema de salud sino de acciones en salud, concretamente creando hospitales.

El hospital, creado por la Iglesia para acoger a los más pobres y ejercer las obras de misericordia, a partir del Renacimiento se seculariza, es decir, pasa de manos eclesiásticas a manos civiles que consideran la asistencia a los enfermos no sólo como un deber caritativo sino como un deber social basado en el imperativo de la justicia. Se va diferenciando la atención a los pobres de la atención a la salud. Hoy la mayoría de los hospitales dependen de la administración pública.

Grandes cambios

El siglo XVIII trae el desarrollo industrial, el concepto de utilidad y una nueva mentalidad (1). Un persona es útil cuando produce y rinde cuantitativamente. El enfermo no sólo no produce sino que consume. Por eso será considerado dentro de la categoría de valores no sólo como una persona inútil sino perjudicial porque gasta bienes de la sociedad.

Imaginemos la situación socio-sanitaria a mediados del siglo XIX. El pudiente podía pagar a su médico que incluso improvisaba su “clínica” en piezas de la casa del enfermo. El ciudadano con el seguro incipiente podía ser atendido en centros de dicho seguro y en el consultorio del médico. Para el resto, existían los hospitales, centros de beneficencia, dotados con pocos recursos…

Pero vendrán grandes cambios: gran progreso de la higiene pública y privada; el nacimiento del primer ministerio de salud (departamento de salud, 1869, Inglaterra, para favorecer sobre todo esa higiene); superación y control de las epidemias debido, en gran parte, al invento del microscopio, con el que se pudieron descubrir los microorganismos y combatirlos con las vacunas. En nuestro siglo aparecen los diagnósticos precisos gracias a los laboratorios y técnicas de aparatos como las imágenes diagnósticas… y hasta los transplantes.

Y más novedades: la aparición de los seguros obligatorios de enfermedad (siglo XX).

Se socializa la salud. La medicina pasa de ser preponderantemente domiciliaria a transformarse en hospitalaria. El hospital se convierte en el centro del sistema sanitario. La medicina se hospitaliza y todo acto médico debe realizarse en el hospital.

El médico rehuye el viejo rol de generalista (médico de cabecera) para asumir el nuevo de especialista, motivado por la revolución tecnológica con sede en el hospital. La universidad forma especialmente al médico hospitalario y especialista, y lo hace en el mismo hospital (prácticas y residencias). El médico se convierte en el protagonista indiscutible del nuevo mundo de la salud.

Y siguen nuevos aspectos: cambia el concepto de paciente. La nueva medicina hospitalaria ya no irá dirigido a los pobres de solemnidad sino a los productores y consumidores, quienes constituyen el centro de la actividad económica. Surge un nuevo sistema de financiación. De la caridad del estado se pasa a la justa distribución de los impuestos de los ciudadanos, destinados a la salud. También el ciudadano gastará cada vez más de sus ahorros en salud (seguros particulares, fármacos…).

La vieja relación paternalista de médico muta por una relación igualitaria. Surge la conciencia en responsabilidad en salud y el protagonismo en el proceso de recuperación.

El hospital deja de ser un lugar marginado y de marginados para ser uno de los más importantes centros de la vida social. Allí ya se nace y se muere. Es un lugar de exigencias. Reactiva la economía. Se convierte en el impulsor de la medicina científica.

Nuevos Conceptos

Y todavía más cambios: se renueva el concepto mismo de salud. El 22-7-1946, en Nueva York, se firma la Constitución de la Organización Mundial de la Salud, organismo dependiente de la O.N.U. En el preámbulo define salud así:

Un estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente ausencia de enfermedad o dolencia, al que tiene derecho toda persona sin distinción de raza, credo…

En una sociedad de consumo, de un orden político de bienestar, con economía neocapitalista, con ética utilitarista, surge el concepto de salud en términos de bienestar. Salud es felicidad, un bien antropológico, un derecho innato a la dignidad de la persona, un bien tutelado. Surgen los Derechos de los Enfermos.

A la salud se le reconoce un contenido, ya no es vista como una simple ausencia de afección, lesión o disfunción. Ser sano es mucho más que no estar enfermo.

La salud es una experiencia sentida, gozosa, plena y armónica de todas y cada una de las dimensiones de la persona. Por eso, hoy hablamos de: salud física, salud emocional, salud intelectual, salud social, salud valórica, salud religiosa. ¡Y cómo no! Hablamos de salud económica, laboral, política, ética y ecológica.

Custodiar y promover la salud se convierte en un deber primario de los estados.

Este concepto de salud acapara todo “tipo de dolor y sufrimiento” y se adentra en el ámbito de la vida humana entera.  Medicina va a equiparse a salud (2). La medicina del bienestar medicaliza la vida humana, tal es así que, por ejemplo, detecta la responsabilidad psíquica en el hecho jurídico; medicaliza la política (ésta ha de ser dadora de higiene y salud); medicaliza la economía capitalista que ve la salud como un bien de consumo; medicaliza la técnica y hasta la ética: lo técnicamente posible en medicina es bueno.

Las enormes posibilidades de la medicina han sacado de la esfera metafísica y moral y, con ello también de la religiosa, el problema del dolor, la pregunta sobre su sentido planteada por la inteligencia y el corazón, trasladándola a la esfera práctica (F. J. Buytendick). Y se medicaliza la discapacidad, la vejez y la muerte.

Nuevas tendencias

Pero en la década de los ochenta nacen nuevas sorpresas. Se da una explosión de coste/beneficio. Se empieza a cuestionar si es viable ofertar ilimitadamente recursos en salud y en todas las condiciones, ya que surge la relación coste/eficiencia (v.g. en enfermedades terminales). Se cuestiona también si actuando así no se lesiona la justicia distributiva de los ciudadanos contribuyentes.

La misma O.M.S., sin cambiar su definición sobre salud, es la que va a introducir matices significativos. En Alma Ata (1978),  hablando sobre la atención primaria declaró:

Tienen los gobiernos la obligación de cuidar la salud de sus gentes, hecho que sólo puede cumplirse mediante la adopción de medidas sanitarias y sociales adecuadas. Uno de los principales objetivos sociales de los gobiernos, de las organizaciones internacionales y de la comunidad mundial entera en el curso de los próximos decenios, debe ser el que todos los pueblos del mundo alcancen una vida social y económicamente productiva. La atención primaria de la salud es la clave para alcanzar esta meta como parte del desarrollo, conforme al espíritu de justicia social.

¿La justicia social obliga a procurar el perfecto bienestar de todas las personas o prever una atención primaria  para todos? Pareciera que está pasando de una medicina de bienestar a una medicina como bien de producción.

Se diseñan en salud tres niveles bien diferenciados: primario (86 % de las necesidades comunitarias), secundario (12 %) y terciario (sólo el 2 %).

Nuevos Síndromes

El nuevo concepto de salud tiene también sus síndromes, especialmente en el llamado primer mundo.

Así se habla del síndrome del enfermo-usuario que cree poder demandar infinitamente al estado todo sobre su salud.

Síndrome de la medicalización: todo quiere arreglarse con ir al médico o con un medicamento. Se tratan los síntomas pero no las causas. Sin embargo hoy el estrés, accidentes en rutas, violencia, suicidios, drogas, SIDA, alcohol, tabaco… producen más muertes que las enfermedades físicas. La prevención de enfermedades sociales es una asignatura pendiente.

Síndrome administrativo creando una tremenda e inoperante burocracia en un sistema de salud poderoso contra el enfermo y profesional y, sin embargo, débil frente a las patologías.

Síndrome económico ya que la salud actúa en sentido antidarwiniano, generando demanda ilimitada cuando los recursos son limitados.

Síndrome profesional. Los profesionales de salud van siendo funcionarios del sistema y de los centros de salud, ya que el hospital y la salud son una empresa. El parlamento confecciona leyes superando la decisión relacional médico-paciente que en ocasiones obligan a acudir a la objeción de conciencia. Los colegios de médicos van perdiendo su identidad. Se ha roto el sistema paternalista de relación con el enfermo pero no ha sido sustituido plenamente por una relación que contemple los tres principios de: justicia, benevolencia y autonomía. Se ve al médico cada vez más materialista, fruto de una situación social que lo supera. La imagen clásica del profesional se está ennegreciendo porque muchos están al servicio de la muerte como es el caso del aborto…

Síndrome de la deshumanización a nivel personal e institucional, fruto de la ausencia de vocación altruista, del positivismo racionalista, de la crisis de espiritualidad, de un tecnicismo sin alma, del no reconocimiento del enfermo como persona con sus derechos inalienables…

Síndrome de polítización: muchos consideran la salud como un buen negocio político y muy rentable…

Síndrome de infantilismo ante el sufrimiento: el hombre moderno es más sabio ante el dolor, se sabe medicar mejor pero está resultando un auténtico analfabeto ante el sufrimiento. En una sociedad juvenalista y con nuevos tabúes se hace difícil elaborar sanamente las zonas oscuras de la existencia humana, asumir su verdadera responsabilidad en el proceso de la enfermedad, enfrentar la verdad en etapas terminales, elaborar sanamente los duelos…

Las plagas de la salud en Latinoamérica

El lema de OMS salud para todos en el año 2000 quedó como un mero buen propósito.

En nuestra América Latina no solo no se llegó a este objetivo sino que se deterioró ostensiblemente el mundo de la salud. Además, el número de pobres sobrepasa los 200 millones. La desigualdad y distancia entre pobres y ricos es cada vez más abismal. Se conocen las causas del deterioro.

  • Las políticas de ajuste neoliberal en un mundo globalizado.
  • El aumento del lastre de la deuda externa.
  • La destrucción de las economías estatales por la caída de los recursos fiscales, la corrupción, evasión de capitales, desindustrialización, la no inversión de gasto social en infraestructura sanitaria y hospitalaria…

Sus consecuencias

  • La inversión de la pirámide demográfica como consecuencia de la reducción de la tasa de fertilidad, el aumento de la expectativa de vida y los movimientos migratorios causados por la violencia y la búsqueda de mejores condiciones de vida. Bajó la natalidad pero no subió la calidad de vida.
  • La creciente epidemia en salud mental, el fenómeno del alcoholismo y la drogadicción favorecidos por el deterioro del medio ambiente, por las condiciones precarias de vida, por el incremento de la violencia y por el urbanismo traumático.
  • El aumento de la tasa de morbilidad por enfermedades infecciosas en poblaciones carentes de trabajo y educación.
  • La persistente mortalidad infantil y materna.
  • El fenómeno creciente de la desnutrición que afecta al 12 por ciento de la población y a cerca de 7 millones de menores de cinco años.
  • Los desastres naturales y el deterioro ecológico, siendo denominador común la ausencia de una cultura de la prevención y de acción sistematizada para la atención de las poblaciones afectadas.
  • Políticas estatales de salud que privatizan los servicios, encareciéndolos aún más para los más pobres.
  • El deterioro del sistema educativo y su consiguiente falta de educación básica y promoción de la salud.
  • Además se van añadiendo las enfermedades propias de los países desarrollados: diabetes, hipertensión, cardiovasculares…

Sabemos que los hábitos de vida y reproducción fueron responsables del 50 por ciento de años de vida perdidos; el medio ambiente y su influencia sobre las personas, del 20; la genética de otro 20; y el sistema de salud, que ha sido la principal preocupación, apenas del 10 por ciento (1).

Aspectos positivos.

No todo es negativo. Hay signos muy positivos y esperanzadores.

  • Se va identificando salud con calidad y afirmación de vida.
  • Se considera al ciudadano como agente de salud.
  • Exigencia creciente a los gobiernos en pro de la salud social.
  • Surgen numerosas organizaciones populares y voluntariados en favor del cuidado, defensa y promoción de la salud.
  • La atención progresiva a la mujer como agente primordial de salud.
  • El redescubrimiento de la pastoral de la salud en la Iglesia que impulsa la humanización, la ética y los derechos de los enfermos a través de la instituciones y agentes pastorales cada vez más cualificados.

13- Profundizando la psicología del hombre enfermo

Nadie puede ayudar si no se conoce. Y tampoco nadie puede ayudar si no conoce lo que tiene que hacer, no conoce el cómo y si no conoce ni comprende a quien tiene que ayudar.

Sí, conocer y comprender para ayudar más y mejor. La enfermedad (in-firmitas: no firmeza) influye sustancialmente en la personalidad, carácter, necesidades, motivaciones, actitudes, sentimientos, ilusiones, fe, rol y relaciones del afectado.

Ciertamente, el agente pastoral no tiene que ser un psicólogo o terapeuta pero sí ha de instruirse en el conocimiento, comprensión y trato del hombre enfermo.

El agente pastoral ha de conocer la lógica interna del sufrimiento, identificar las fases por las que pasa una persona en crisis (negar, rechazar, derivar, deprimirse, resignarse…), adiestrarse en la dinámica de los duelos, orientar el proceso de las crisis espirituales; y ha de situarse empaticamente ante las frustraciones, agresiones, regresiones, miedos, silencios, transferencias… del enfermo y de su familia.

Y cuanto más conozca el agente pastoral la psicología del hombre vulnerable por el dolor o sufrimiento y se adiestre en la sana relación de ayuda, más se conocerá a sí mismo y más posibilidades tendrá de prepararse para elaborar sanamente su propio dolor y sufrimiento cuando lleguen a su vida.

14- Misión en equipo

Se ha de superar el individualismo. Han de desaparecer los francotiradores.

La pastoral de la salud ha de actuar en equipos preparados y orgánicos.

La misión del equipo es concientizar a toda la comunidad sobre el bien de la pastoral de la salud; programar e impulsar en comunión la acción pastoral; y estimular, coordinar, informar y formar a los agentes pastorales en lo relacional, pastoral, humanístico y espiritual.

Estos equipos u organismos a nivel local, diocesano, regional y universal son:

  • Equipo parroquial.
  • Equipo hospitalario.
  • Congregaciones e Instituciones.
  • Delegación diocesana.
  • Comisión Episcopal.
  • Comisión latinoamericana.
  • Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud.

El equipo parroquial

Es su tarea conformar el grupo de pastoral de la salud en el ámbito parroquial, integrado por agentes  debidamente capacitados.  Estará asesorado por el párroco, trabajará en coordinación con los demás grupos existentes en la parroquia y tendrá un delegado en el consejo pastoral parroquial.  Realizará su apostolado en coordinación con la Delegación diocesana de pastoral de la salud.

El equipo hospitalario

Es el equipo pastoral en la institución hospitalaria, coordinado por el capellán o un agente laico idóneo. La atención pastoral planificada y competente a los enfermos y su familia, y también a los mismos profesionales, es su  misión específica y primordial.

Este equipo estará en coordinación con el equipo parroquial o con la Delegación diocesana.

Congregaciones e Instituciones:

Corresponde a las congregaciones religiosas e instituciones de salud capacitar a sus miembros para el apostolado específico según su carisma, realizando su misión pastoral en armonía con el proyecto de pastoral de la parroquia o Delegación diocesana.

La Delegación diocesana

Tiene como objetivo impulsar esta pastoral en todo el ámbito diocesano. Será presidida por un delegado del Obispo y estará integrada por representantes de:

  • Las Vicarías, Zonas o Decanatos en que está organizada la diócesis.
  • Los religiosos/as de salud.
  • Los capellanes de salud.
  • Agentes de pastoral de la salud.
  • Movimientos que operan en esta área.

Estará en coordinación con la comisión episcopal de pastoral de la salud.

Comisión Episcopal

Impulsa la pastoral de la salud a nivel nacional.  Está presidida por el Obispo designado por la Conferencia Episcopal y cuenta con una secretaría o equipo ejecutivo, constituido por los delegados regionales o diocesanos de pastoral de la salud, religiosos/as de salud, capellanes, agentes pastorales, laicos, profesionales y expertos en esta materia.

El CELAM:

Al CELAM compete crear una comisión de pastoral de la salud a nivel latinoamericano con identidad, autonomía y recursos propios; con objetivos y líneas de trabajo específicos.  Contará con un coordinador continental y con un equipo conformado por los coordinadores de las regionales: Cono Sur y Brasil, Países Bolivarianos, Centroamérica, México y El Caribe.

Sus funciones específicas serán:

  • Impulsar, animar, fortalecer y coordinar la pastoral de la salud a nivel continental.
  • Organizar el encuentro periódico del equipo latinoamericano.
  • Promover cursos de formación y capacitación a nivel continental.
  • Favorecer el intercambio de experiencias, materiales de trabajo, recursos humanos,

El Pontificio Consejo para la pastoral de la salud

Adscrito al Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral

Sus funciones son:

  • Impulsar la pastoral de la salud en la Iglesia universal.
  • Realizar y mantener contactos con las Iglesias locales y en particular con las Comisiones Episcopales en lo referente a la pastoral de la salud.
  • Coordinar las actividades desarrolladas por los Dicasterios de la Curia Romana en relación con el mundo de la salud y su problemática.
  • Estimular y promover las actividades de las distintas organizaciones internacionales católicas, asociaciones, movimientos, organismos, etc.
  • Difundir las enseñanzas de la Iglesia, favoreciendo su penetración en el mundo de la salud y entre los profesionales. Dar a conocer la doctrina de la Iglesia en los aspectos morales, espirituales, éticos, así como el significado del dolor humano, etc.
  • Profundizar en los problemas específicos del mundo de la salud.
  • Iluminar y estudiar las orientaciones programáticas y las políticas de salud a nivel internacional y sus implicaciones con la pastoral de la salud.
  • Relacionarse estrechamente con la Academia por la Vida instituida el 11 de febrero de 1994 por Juan Pablo II.

15- Con un proyecto y programa pastorales

Es necesario delinear un proyecto unitario
de Pastoral de la Salud con la colaboración de toda
la comunidad cristiana (Juan Pablo II)

Las pastoral de la salud es presencia y acción en nombre del Señor Jesús. Esta presencia y esta acción han de ser acompañadas, a la luz de la inspiración del Espíritu Santo, por un estilo de relación de ayuda sano, por un contenido sanador y salvífico, y por un equipo organizado y organizativo.

Pero ciertamente, todavía hay que añadir una cualidad imprescindible: la necesaria e inteligente planificación pastoral.

La acción ministerial podrá tener buenas intenciones, pero sin planificación adecuada perderá eficacia pastoral. Y los talentos no se deben desperdiciar.

Una pastoral de la salud sin programa y proyecto pastorales pierde credibilidad ante las otras pastorales. Difícilmente se podrá integrar en la pastoral de conjunto si no supera la improvisación, el individualismo y la ausencia de objetivos y métodos específicos.

Más aún, una pastoral de la salud sin programa y proyectos pastorales desentona y pierde identidad en las instituciones de salud, normalmente bien organizadas y planificadas.

La planificación pastoral es fruto de la comunión eclesial, de la participación de todos los miembros del equipo en encuentros periódicos bajo la sabia coordinación del responsable, superando todos el individualismo, la desconfianza en los demás, el miedo a la revisión y a la confrontación.

La planificación pastoral contempla, analiza y reflexiona sobre:

  • destinatarios,
  • lugares,
  • situaciones concretas especiales,
  • recursos,
  • formación…

La planificación pastoral, una vez analizada la realidad, determina las prioridades, formula objetivos, marca los tiempos, a largo y corto plazo, conforma estratégicamente un plan de acción según los propios recursos y evalúa el proyecto pastoral en su conjunto.

16- Con formación adecuada y permanente

Con la información se reduce la ignorancia cognoscitiva.
Con la formación se reduce la ignorancia personal. (Spinsanti).

El mundo de la salud es muy complejo, problemático, desafiante y dinámico en sus aspectos estructurales, técnicos, económicos, bioéticos, humanísticos, espirituales y relacionales. En él, además, aparecen la finitud y las zonas oscuras de la existencia humana.

El agente pastoral ha de formarse a título personal y en equipo. Ha de superar la pereza intelectual. He aquí la temática que proponemos:

A nivel antropológico

  • La persona humana, su sacralidad y dignidad.
  • La finitud, vulnerabilidad y muerte.
  • El autoconocimiento. Necesidades, valores, motivaciones, ideales, sentimientos… en la persona del agente y del enfermo.
  • Las actitudes sanas. Destrezas y habilidades.

A nivel psicológico

  • Psicología de la persona enferma y en sufrimiento.
  • Las claves de la comunicación y relación de ayuda.
  • Psicología y pastoral en situaciones críticas: adicciones, suicidio, agonía, duelos…
  • Salud mental y sus nuevas patologías.

A nivel ético

  • El valor intangible de la vida de la persona desde su concepción hasta su muerte natural.
  • Desafíos de la bioética relacionados con el inicio, desarrollo y final de la vida humana.
  • Desafíos éticos de la tecnociencia.
  • ¿Qué es un comité de bioética?

A nivel teológico

  • La Trinidad como comunidad saludable y salvífica.
  • Jesús sano, saludable, sanador, saneador y salvador.
  • La vida, corporiedad, salud, enfermedad, sufrimiento, dolor y muerte a la luz de la encarnación, pasión, muerte y resurrección de Jesús.
  • María, salud de los enfermos, modelo saludable.

A nivel bíblico

  • Teorías veterotestamentarias sobre el mal-sufrimiento
  • Estudio sobre el libro de Job y salmos.
  • ¿Qué dice Jesús sobre el mal-sufrimiento? Sus palabras, gestos y curaciones.
  • Análisis del estilo relacional-pastoral de Jesús en su encuentro con los enfermos.

A nivel eclesiológico-pastoral

  • La historia bimilenaria de la Iglesia en salud.
  • Iglesia: comunidad – comunicación – comunión sanantes. Liturgia y sacramentos.
  • Estudio de los planes pastorales de la Conferencias Episcopale y delegación Diocesana, así como de los documentos de la Iglesia relacionados con la salud.
  • Ecumenismo en salud.

A nivel de salud

  • La salud, su promoción y prevención.
  • Salud como derecho y deber de la persona.
  • Todos somos agentes de salud.
  • Salud y humanización. ¿Qué es un comité de humanización?

A nivel sociopolítico – sanitario

  • Realidad de la salud en el país.
  • Políticas nacionales de salud.
  • Conocimiento de la labor de instituciones no gubernamentales.
  • Participación de los católicos en los organismos de salud.

17- Con un sano estilo de relación de ayuda

Se aprende de la teoría y de la práctica.
Se aprende de los éxitos y de los fracasos.
Se aprende sólo y en equipo.
Se aprende mirando afuera y adentro.

Para que la acción ministerial sea humanizadora y evangelizadora en el mundo de la salud necesita una adecuada capacitación o aprendizaje. De tal manera que hoy tendríamos que hablar de la especialización relacional de los agentes de pastoral de la salud.

¿Qué es la relación de ayuda pastoral? Es una disciplina o saber que pretende educar pedagógicamente y optimizar la competencia relacional en el encuentro de un agente pastoral con el enfermo, con su familia, con los profesionales de la salud…

La relación de ayuda pastoral involucra a toda la persona del agente y tiene en cuenta:

  • La capacidad de reflexionar teológicamente sobre la propia experiencia pastoral.
  • La adquisición de un sentido de identidad y de satisfacción en el ministerio.
  • El sano contenido antropológico y doctrinal.
  • Las motivaciones personales que han de ser transparentes.
  • El cultivo y explotación de las actitudes personales.
  • El manejo positivo de los sentimientos.
  • La integración de las zonas oscuras de la propia existencia humana.
  • La convivencia saludable con las impotencias y negatividades.
  • La relación empática ante las emociones de quien sufre.
  • La potenciación de las habilidades y destrezas.
  • El perfeccionamiento de la escucha activa, superando sus obstáculos.
  • El uso correcto de la confrontación empática como método de generar procesos de crecimiento sanadores.
  • El respeto por el recorrido interior del enfermo.
  • El gastarse pero no desgastarse.

El sano estilo de relación de ayuda pastoral se consigue no solo con la reflexión teórica sobre la propia identidad personal o el propio hacer ministerial sino con un aprendizaje práctico desarrollado junto a otros agentes pastorales en trato directo con situaciones ordinarias de la pastoral de la salud, posteriormente evaluadas por un supervisor competente.

Será muy conveniente utilizar las técnicas de la educación pastoral clínica.

  • Encuentros clínicos donde se evalúa grupalmente la actuación concreta y personalizada del agente en su encuentro con los enfermos o en otras situaciones (liturgia, animación, duelos…), analizando sus aptitudes y actitudes, sincerándose con sus dificultades.
  • Encuentros de relaciones interpersonales para que el agente conjuntamente con los otros compañeros analice sus propias deficiencias comunicativas y potencie creativamente su arsenal relacional que lo ayudarán a la hora de afrontar los problemas.
  • Encuentros didácticos donde se imparten conferencias por parte de expertos.
  • Lecturas seleccionadas ad hoc.
  • Diálogos personalizados con el supervisor.

18- Gastarse pero no desgastarse

Hoy es común escuchar de estrés, de desgaste, de agotarse, quemarse o desfondarse. En lengua inglesa lo llaman burn out (Compañeros de Viaje. El enfermo y su cuidador, Luciano Sandrin. San Pablo, Madrid, 2000, pp. 117-125).

Que el enfermo sufre y se desgasta es evidente, pero también la familia del enfermo, los profesionales, voluntarios y agentes pastorales pueden desgastarse. El contacto con el mundo del dolor y sufrimiento constituye ciertamente un terreno de riesgo para el desgaste.

No obstante, hay que señalar que propiamente son las relaciones humanas inapropiadas la fuente del desgaste. Así, en no pocas ocasiones, desgastan más las malas relaciones interpersonales del personal entre sí o con la institución, y la deshumanización de la estructura hospitalaria que el encuentro mismo con el enfermo.

Las personas con desgaste sufren una alteración disfuncional en todas y cada una de sus dimensiones: física, emocional, intelectual, social, valórica y espiritual.

¿Cómo se conoce?

Algunas personas en su actividad ordinaria presentan estos síntomas:

  • Cansancio permanente
  • Desgano, desmotivación, desilusión, ansiedad.
  • Pérdida de la confianza en las propias capacidades.
  • Se pierde el sentido del accionar.
  • Se duda de la vocación.
  • Nerviosismo frecuente.
  • Agresividad en las relaciones. Reproches.
  • Frialdad en el trato.
  • Rechazo a la gente. Aislamiento social.
  • Sentimiento de sobresaturación y paralización.
  • Indiferencia ante problemas.
  • Sentirse no reconocido ni valorado.
  • Cuesta trabajar en equipo.
  • Se rechaza la organización y planificación.
  • Abruma el desequilibrio entre exigencias y resultados.
  • Molesta la falta de respuesta de los asistidos.
  • No dejarse ayudar.
  • Frecuentes somatizaciones.

Obviamente, el desgaste no aparece de la noche a la mañana. Tiene un recorrido previo. ¿Qué debe hacer el agente pastoral? ¿Tirarlo todo por la borda? Obviamente que no. Se aconseja:

  • Detenerse para una autoevaluación.
  • Tomar conciencia del propio desgaste.
  • Pedir ayuda.
  • Cuidarse para cuidar.
  • Alimentarse adecuadamente. Dormir y descansar.
  • Reducir tiempos y tareas.
  • Planificar horarios y responsabilidades, también más comunitariamente.
  • Cambiar de servicio o tareas.
  • Asumir que las relaciones humanas hay que controlarlas y monitorearlas.
  • Analizar el propio estilo de relación de ayuda. Pasar de la simpatía a la empatía relacional.
  • Convivir positivamente con lo negativo.
  • Pulir las motivaciones.
  • Acudir a la red de vínculos sanos.
  • Alimentar la espiritualidad
    – la vida de oración
    – la participación sacramental
    – la vinculación con la comunidad
    – la iluminación de la palabra de Dios.
    – la dirección espiritual
  • Superar el mesianismo

Hay que gastarse y retroalimentarse. Gastarse sí; desgastarse, no.

19- Con creatividad en los espacios pastorales

Según el Espíritu Santo les sugiera… (San Camilo).

Si el amor es creativo, el amor samaritano es muy creativo (cfr. Lc 10,25-36).

La pastoral de la salud es tan dinámica y amplia como el mundo de la salud y la vida misma del hombre enfermo.

Sus espacios pastorales pueden abordar:

  1. La humanización y mejor trato al enfermo.
  2. La defensa de los derechos de los enfermos.
  3. La visita pastoral, catequesis, sacramentos, liturgia…
  4. La promoción y prevención de la salud, don de Dios.
  5. La participación en instituciones solidarias (donación de sangre y de órganos, ONGs, etc.).
  6. Los grupos de mutua ayuda.
  7. La atención a enfermos más pobres y desatendidos; y las nuevas marginaciones.
  8. Los comités de bioética y los comités de humanización.
  9. Los centros de formación en pastoral de la salud.
  10. Los medios de comunicación social.
  11. Las asociaciones de voluntariados.
  12. El ecumenismo en salud.
  13. La pastoral del duelo.
  14. La Jornada por la Vida.
  15. El Día del Enfermo.
  16. La publicación de bibliografía en pastoral de la salud.
  17. La red solidaria de pastoral de la salud.
  18. Servicio sacerdotal de urgencia.
  19. Teléfonos de la esperanza (prevención del suicidio).
  20. La asociación de profesionales cristianos en salud.
  21. Las asociaciones cristianas de enfermos.

Perfil del Agente de Pastoral de la Salud

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