Modelo de salud
¿Qué es salud para un cristiano?
Salud es la vivencia armoniosa de todas y cada una de las dimensiones de la persona: física, emocional, intelectual, social, valórica y espiritual; en todas las etapas del arco de la vida; en todas las relaciones personales y comunitarias; en equilibrio con la ecología; posibilitando al hombre alcanzar su autorrealización y plenitud humana en sintonía con la voluntad de Dios.
¿Quién es nuestro modelo de salud?
Jesús sano, saludable, sanador, saneador y salvador es nuestro modelo de salud (Mateo Bautista, Jesús sano, saludable, sanador. Ed. San Pablo, 2000, pp. 13-22.).
En efecto, Jesús es sano porque vive en clave de salud en todas y cada una de las dimensiones de su persona. Es saludable porque irradia salud. Es sanador porque regenera procesos personales de liberación. Es saneador porque lleva la “saludabilidad” a las estructuras, mentalidades e ideologías. Es salvador porque es el Hijo del Dios vivo, el redentor.
Jesús es sano, saludable, sanador, saneador y salvador en sus palabras, coporeidad, afectividad, sentimientos, actitudes, hechos, gestos proféticos, proximidad y en las zonas oscuras de la existencia humana (dolor, sufrimiento, agonía…).
Jesús vive una salud integral, radical, responsable, gozosa, liberadora, reconciliadora, transformadora, solidaria, personal y comunitaria, abierta a la salvación.
- Salud integral
La salud que Jesús encarna y promueve no consiste sólo en una mejoría física. Su acción sanadora va más allá de hacer retroceder una enfermedad o eliminar un problema orgánico. Jesús busca la sanación integral de la persona. Fomenta acciones carismáticas de salud. - Salud radical
La salud de Jesús renueva a la persona desde sus mismas raíces, poniendo al enfermo en contacto con su poder terapéutico para estimular una salud completa. - Salud responsable
Jesús que crecía en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres (Lc 2,52), cuidó, protegió y estimuló su salud, haciéndola corresponsable de la salud de los hombres. - Salud gozosa
Jesús es un hombre que vive la vida intensamente, con profunda alegría interior enraizada en la experiencia gozosa del Padre. Esta experiencia no lo aleja del sufrimiento de la gente. Al revés, Jesús se conmueve profundamente y actúa con empatía ante el dolor y sufrimiento de los hombres. - Salud liberadora
Desbloquea lo que impide el despliegue sano de la persona. Libera de la culpa, de los prejuicios, del miedo, de la ansiedad, llevando a un señorío más profundo la existencia humana. - Salud reconciliadora
Integra a toda persona en perfecta armonía consigo, con el hermano, con Dios, con la naturaleza. Reconcilia con el tiempo, con la historia, con los límites… - Salud transformadora
Lleva a un modo nuevo de pensar y de vivir; a una calidad nueva en el comportamiento, en el sentir, en el amor; a una verdadera conversión. - Salud solidaria.
La salud solidaria de Jesús invita al hombre saneado a ser un hombre nuevo; a vivir una salud responsable hacia sí y hacia los demás; a encarnar un nuevo espíritu de servicio hacia los más débiles. - Salud personal-comunitaria
Jesús no ama el sufrimiento ni lo busca, pero sabe aceptarlo, integrarlo, elaborarlo, hacerlo motivo de crecimiento. Es para Él ocasión propicia para mostrar su amor y confianza total en el Padre, y para mostrar su amor y solidaridad incondicional a los hombres. - Salud-salvación
Jesús vive y promueve una salud no idolatrizada en sí misma. Está al servicio de la causa del Reino de los cielos.
Jesús es salud que se ofrece a sanos y enfermos. Él es el evangelio de la salud para la salud. Es el evangelio de la salud para el sufrimiento.
Modelo de acción pastoral en salud
Los ciegos ven y los rengos andan,
los leprosos quedan limpios y los sordos oyen,
los muertos resucitan y se anuncia a los pobres
la Buena Nueva (Mt 11,5).
Jesús, artesano de la evangelización, es el modelo de acción en pastoral de la salud.
Toda la vida de Jesús, incluido su dolor, sufrimiento y muerte, es un generar salud tanto en la biología (nivel físico) como en la biografía (nivel emocional, social, intelectual, valórico y religioso) de cada individuo y de la convivencia social.
Su terapia mesiánica pretende potenciar la biofilia que debe existir en cada persona: He venido para que tengan vida y vida en abundancia (Jn 10,10).
Jesús se hace presente donde la vida aparece más amenazada, deteriorada, malograda y aniquilada. Es a partir de su acción liberadora y sanadora, y en el corazón de esa acción, donde se anuncia que el Reino de Dios está cerca. En el servicio liberador al hombre enfermo, humillado, ideologizado, doliente, excluido e infeliz es donde Jesús anuncia a la sociedad entera la salvación de ese Dios que es amigo del hombre y de la vida.
Sin su actuación sanadora, todo mensaje hubiera quedado reducido a enseñanza sin gesto redentor, a promesas sin contenido, a proclamación sin intervención salvadora.
Si los profetas veterotestamentarios ponían como causa primera la defensa de los oprimidos, huérfanos, pobres, inmigrantes y viudas, Jesús va más lejos poniendo en primer lugar a los pecadores y enfermos, es decir, a los impuros (Cfr. Mt 11, 2-6).
En el ministerio y actitud de Jesús con los enfermos destacan las curaciones. De los 32 milagros, 25 son de curación. Casi una quinta parte de los evangelios trata de esas curaciones y recoge reflexiones hechas con ocasión de su realización. De los 3779 versículos del los cuatro Evangelios, 727 se refieren específicamente a la curación de enfermedades físicas y mentales y a la resurrección de muertos. Encontramos además otras 31 referencias generales a milagros que incluyen curaciones. Así, de los 678 versículos del evangelio de Marcos, 209, casi un tercio, se refieren a la actuación de Jesús entre los enfermos, inválidos y sufrientes.
Jesús hace, por tanto, de este ministerio no sólo una prioridad sino una opción.
Para Jesús, sanar es su forma predilecta de amar.
Jesús, buen samaritano, sana evangelizando y evangeliza sanando.
Modelo de relación de ayuda pastoral
En el encuentro de Jesús con los sanos, con las personas en crisis, con los enfermos, el agente pastoral descubre:
- el modelo de estilo de relación de ayuda pastoral
- la temática y contenido para el diálogo pastoral
- el perfil ministerial del evangelizador
En efecto, Jesús busca siempre el encuentro personalizado (Cfr. Mc 5,32), acoge al sufriente (Cfr. Mc 1,41), lo escucha y comprende (Cfr. Mc 10,51), le infunde aliento y esperanza (Cfr. Mc 4,11), lo libera de la soledad (Cfr. Jn 5,7), lo reconstruye ayudándolo a creer de nuevo en la vida, en la salud, en el perdón, en el amor de Dios, en la sociedad (Cfr. Lc 17,14).
Jesús estimula en todo enfermo su protagonismo e iniciativa confrontándolo empáticamente, poniéndolo en el centro de sus encuentros (Cfr. Mc 5,19).
Acompaña a la persona y a la familia en crisis (Cfr. Lc 24,13-35) y atiende la desolación que el sufrimiento produce en la muerte de un ser querido (Cfr. Mc 5,35-43).
Jesús incorpora al enfermo a la sociedad que lo margina y ante ella lo defiende (Cfr. Lc 13,10-17).
Jesús felicita a los voluntarios del amor que trasladaron al paralítico en camilla, (Cfr. Mc 2,5) y enseña el modelo de cómo debe ser la relación con el prójimo sufriente en la parábola del buen samaritano (Cfr. Lc 10,25-37).
Jesús libera de la insana teología de unir pecado y dolor, (Cfr. Jn 9,3); de una concepción biologicista y teísta de la enfermedad; y, aunque utiliza el lenguaje de su tiempo, también sanea de una concepción demoníaca. Jesús muestra siempre el rostro misericordioso del Padre.
Actuando así, Jesús presenta claramente el perfil ministerial del agente pastoral.
El Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir (Mc 10,45).
Modelo de espiritualidad
Jesús vive con el Padre, en el Padre y del Padre.
Configurarse en cuerpo, alma y espíritu con Cristo como camino hacia el Padre bajo la acción iluminadora y santificadora del Espíritu Santo es la esencia de la espiritualidad cristiana.
Su oración, estilo de vida, comportamiento, modo de relacionarse, dichos, acción en salud y manejo de sus crisis son paradigmas de nuestra espiritualidad.
Además, Jesús oferta la clave de una maravillosa y específica espiritualidad para los agente de la pastoral de la salud:
- Ver en el enfermo a Cristo.
- Ser Cristo misericordioso para el que sufre.
- Hacer de este encuentro un momento místico, un acto de culto..
Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquéllas a su derecha y a éstos a su izquierda.
Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: «Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber; estaba de paso y me alojaron; desnudo y me vistieron; enfermo y me visitaron; preso y me vinieron a ver». Los justos le responderán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer; sedientos y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso y te alojamos; desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso y fuimos a verte?»
Y el Rey les responderá: «Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más mínimo de mis hermanos, lo hicieron conmigo» (Mt 25, 31-40).
Modelo de humanización
Pasó haciendo el bien (Hch 10,38).
Jesús pasó haciendo el bien, humanizando, evangelizando, salvando.
Jesús evangeliza humanizando y humaniza evangelizando. Así, la humanización se hace camino y hasta condición de salvación (cfr. Mt 25,31ss).
Jesús, lleno de humanidad, trata a la gente con humanismo (cfr. Mc 5,25-34) promueve el buen trato (cfr. Mc 10,46-52) y enseña el estilo de relación de ayuda humanizador por excelencia (cfr. Lc 7,36-50).
Jesús humaniza porque produce encuentros interpersonales sin hipocresías, sin máscaras, sin ambivalencias, sin doble motivación.
Jesús humaniza porque hospeda a todos en un encuentro. Cada persona se constituye en el centro de su relación.
Jesús humaniza porque es libre y ama sin uso ni abuso. Nunca impone ni se impone.
Jesús humaniza porque hace a todo hombre sujeto y no objeto, fin y no medio, protagonista de su vida, conversión, curación, sanación, salvación.
Jesús humaniza porque transmite con palabras y obras un mensaje clarividente: tú eres persona, tú eres hijo de Dios.
Jesús humaniza porque siendo libre es liberador de prejuicios humanos, de ideologías religiosas, defendiendo los derechos del enfermo.
En la parábola del buen samaritano (cfr. Lc 10,25-37), Jesús enseña los gestos, modos y expresiones de la liturgia de la humanización; e invita incluso a los hombres del culto a humanizarse para humanizar.
La humanización abre las puertas a la evangelización. Un fruto sabroso del árbol de la evangelización es la humanización.
En Jesús, humano y humanizador, el agente pastoral aprende a humanizarse y a humanizar.
Modelo de sanador herido
Él tomó nuestras flaquezas
y cargó con nuestras enfermedades (Mt 8,17).
Jesús, el Hijo de Dios, pasa por la experiencia del dolor, sufrimiento y muerte. Nada humano le es ajeno.
Jesús nunca busca el dolor, tampoco lo evade sino que lo asume para superarlo y utilizarlo.
Jesús es paciente pero no pasivo. No se hace la víctima. No explica el porqué del sufrimiento pero, afrontándolo positivamente, lo hace motivo de purificación, madurez, solidaridad y ocasión de una sana relación de ayuda, incluso hacia los verdugos. Así, lo transforma en un itinerario espiritual de redención.
Hace del sufrimiento un camino de solidaridad con nuestra humanidad. Orígenes nos ha transmitido un agraphon, unas palabras de Jesús que no se encuentran en los evangelios: Por causa de los enfermos yo he estado enfermo; por causa de quienes padecen hambre, yo he pasado hambre (Orígenes, In Math. 13).
En su sufrimiento no abandona a los suyos, ni quiere sentirse abandonado por los suyos, no se abandona a sí mismo, no se siente abandonado por el Padre, no abandona al Padre, se abandona en el Padre (Cfr. Lc 23,46).
Jesús no queda desfondado ante su tragedia ni acepta una muerte sin sentido.
En su angustia de muerte (Cfr. Mc 14-33) nos enseña que de Getsemaní se sale. En su duelo anticipado nos enseña a elaborar sanamente la angustia y la muerte.
En la agonía, es modelo de perdón (Cfr. Lc 23,34). Muestra altura moral ante sus acusadores. Jesús, sanador herido, saca del mal bien. A los que le hacen mal con su mismo mal les devuelve bien.
Jesús, dolorido y sufriente, cuyas heridas nos han curado, es modelo para los agentes pastorales que en propia carne atraviesan caminos ásperos de dolor y sufrimiento, animándolos a superarse humana y espiritualmente, evitando la tentación en esos momentos de sentirse abandonados por Dios y de caer en esterilidad pastoral.